Cartas al director

El Pardo, un caso único

Es curioso que entre las pocas cartas que he visto en la prensa manteniendo una postura favorable a la defensa de El Pardo una de ellas esté firmada por un ciudadano extranjero. Me refiero, a la que apareció el pasado 30 de enero en EL PAÍS, titulada Un problema circular.Muy probablemente la mayoría de los ciudadanos europeos o de otros países con un nivel de desarrollo mayor que el nuestro compartirían el asombro de Dave Alan Langlois, al ver cómo se destroza un paraíso natural en un país que aspira a tener la imagen de moderno y civilizado y, lo que es casi peor, en una ciudad que ha ...

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Es curioso que entre las pocas cartas que he visto en la prensa manteniendo una postura favorable a la defensa de El Pardo una de ellas esté firmada por un ciudadano extranjero. Me refiero, a la que apareció el pasado 30 de enero en EL PAÍS, titulada Un problema circular.Muy probablemente la mayoría de los ciudadanos europeos o de otros países con un nivel de desarrollo mayor que el nuestro compartirían el asombro de Dave Alan Langlois, al ver cómo se destroza un paraíso natural en un país que aspira a tener la imagen de moderno y civilizado y, lo que es casi peor, en una ciudad que ha sido nominada capital cultural de Europa para 1992.

Pretendemos integrarnos de pleno en la Europa más desarrollada, pero parece que olvidamos que para ello no sólo deberíamos igualarnos en los indicadores económicos, sino en las actitudes que definen cuándo una sociedad es madura y cívica.

Hemos soportado durante años el intenso bombardeo del "ya somos europeos", y parece que nos lo hemos terminado creyendo, pero sólo para imitar los errores que los europeos cometieron hace ya muchos años. Desde luego que el mayor de esos errores, y del que más se han arrepentido, ha sido la destrucción del medio ambiente con el consiguiente deterioro de su calidad de vida. En definitiva, España tiene una oportunidad única: conseguir y mantener un elevado nivel de vida al mismo tiempo que conserva su magnífica naturaleza. Un perfecto ejemplo de ello sería asegurar de una vez por to das la conservación del único es pacio europeo situado a cinco kilómetros de una importante urbe en el que aún sobreviven, entre otros animales amenazados, el águila imperial. Naturalmente, ese espacio es El Pardo, y su integridad debe ser un objetivo primordial para todos los madrileños, como símbolo extraordinario de nuestra ciudad.-

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