Editorial:

Criminales

TRATÁNDOSE DE ETA, ninguna hipótesis, por absurda o incomprensible que resulte a los ojos de cualquier persona razonable, es descartable. A la incredulidad inicial sobre su responsabilidad en el asesinato del catedrático Manuel Broseta ha seguido la convicción de que sólo a esa banda de orates sanguinarios podría, ocurrírseles ese absurdo crimen. Se trata de la tercera víctima mortal de ETA en las dos semanas de vida que tiene el año. Todos los asesinatos, de niños o adultos, de civiles o militares, de policías o paseantes, son igualmente odiosos: ninguna causa imaginable podría justificarlos....

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TRATÁNDOSE DE ETA, ninguna hipótesis, por absurda o incomprensible que resulte a los ojos de cualquier persona razonable, es descartable. A la incredulidad inicial sobre su responsabilidad en el asesinato del catedrático Manuel Broseta ha seguido la convicción de que sólo a esa banda de orates sanguinarios podría, ocurrírseles ese absurdo crimen. Se trata de la tercera víctima mortal de ETA en las dos semanas de vida que tiene el año. Todos los asesinatos, de niños o adultos, de civiles o militares, de policías o paseantes, son igualmente odiosos: ninguna causa imaginable podría justificarlos. Pero es también evidente que con esta última salvajada los terroristas están dirigiendo un mensaje singular: que las personas que ahora, o en el pasado, ocupan o han ocupado cargos de responsabilidad política en las instituciones democráticas constituyen un nuevo frente de lucha para estos cobardes gudaris.

Pero no es ningún salto cualitativo. Hace años que, para los terroristas, todas las personas que no se plieguen a sus dictados son víctimas potenciales de su violencia. A comienzos de la pasada década, la otra sección de esa empresa criminal, los hoy desaparecidos polimilis, culminaron su sangrienta historia con los asesinatos de varios militantes no especialmente significados de la Unión de Centro Democrático (UCD) del País Vasco. No hemos olvidado la valerosa reacción de Mario Onaindía, entonces secretario general de Euskadiko Ezkerra, apareciendo en una noche como la de hoy en las pantallas de TVE para llamar fascistas a quienes horas antes habían acabado con la vida de un militantes del partido centrista. "Asesinado porque sus ideas no coincidían con las de los asesinos, sólo por eso", dijo Onaindía.

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¿No habrá nadie en el entorno del abertzalismo capaz de tener hoy un gesto comparable al de Onaindía y de salir por televisión para decir a los pistoleros que matar a alguien por sus ideas significa demostrar que no se tiene en la cabeza otra idea que la de la muerte?

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