Cartas al director

Velocidad excesiva

No me sorprende que hayan muerto tantos en el terrible accidente en Amorebieta, pero si me he quedado atónito al leer el comentario de Eduardo Haro Tecglen sobre ello en EL PAÍS del 9 de diciembre. A mi ver, las autoridades no han hecho más que apuntar a una realidad que debe infundir miedo en todo conductor: la excesiva velocidad con la que se suele conducir en carretera y la costumbre de seguir demasiado de cerca al que va delante.Dejémonos de necedades sobre el feudalismo y no poder cumplir con las leyes. Ni la burocracia es conducir un coche ni las ciudades son autopistas, y no es lo mismo...

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No me sorprende que hayan muerto tantos en el terrible accidente en Amorebieta, pero si me he quedado atónito al leer el comentario de Eduardo Haro Tecglen sobre ello en EL PAÍS del 9 de diciembre. A mi ver, las autoridades no han hecho más que apuntar a una realidad que debe infundir miedo en todo conductor: la excesiva velocidad con la que se suele conducir en carretera y la costumbre de seguir demasiado de cerca al que va delante.Dejémonos de necedades sobre el feudalismo y no poder cumplir con las leyes. Ni la burocracia es conducir un coche ni las ciudades son autopistas, y no es lo mismo dejar el coche mal aparcado que seguir demasiado de cerca a 120, o como suele pasar aquí, a 160. No se trata de cumplir con el código en todos los aspectos en todo momento, sino del sentido común. La curva, la niebla, el humo son condiciones que ocurren en carretera y el único responsable del coche es el conductor, quien puede evitar choques por mantener el coche en buen estado y por ajustarse a la velocidad y la distancia a las condiciones reinantes. Y van incluidas en éstas la llanta estallada, la china en el parabrisas o el perro vagabundo. A 160 kilómetros por hora no hay quien controle un coche cuando ocurre algo así.

Por otra parte, sí que la democracia y conducir un coche tienen algo en común, ya que estas actividades marchan mejor cuando cada individuo reconoce su propia responsabilidad de cumplir con las leyes en nombre

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del bienestar común. El egoísmo desenfrenado suele estropear la civilización tanto como la circulación.

Las autopistas españolas suelen ser bien construidas -anchas, limpias y seguras para el conductor responsable- Pero no es raro ver gente que sigue demasiado de cerca a una velocidad excesiva. Por eso digo que no me sorprende que hayan muerto tantos en ese accidente. Me duele y me horroriza, pero no me sorprende.- Howard B. Wescott.

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