Cartas al director

Defensa de los ancianos

Soy anciano, aunque suene a peyorativo, si bien aún me queda vigor físico y mental que no se concilian con los 76 años que sostengo, pero considero una obligación moral salir en defensa de todos los ancianos de cuya generación formo parte. He leído más de una vez que los propios hijos de los ancianos los abandonan a su triste suerte porque -les estorban en su casa. Que incluso hay casos que los abandonan en centros de urgen cias médicas, comisarías y en el mejor de los casos en asilos gratuitos, si es que los hay. Por todo esto creo que los gobernantes o el Congreso de los Diputados deb...

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Soy anciano, aunque suene a peyorativo, si bien aún me queda vigor físico y mental que no se concilian con los 76 años que sostengo, pero considero una obligación moral salir en defensa de todos los ancianos de cuya generación formo parte. He leído más de una vez que los propios hijos de los ancianos los abandonan a su triste suerte porque -les estorban en su casa. Que incluso hay casos que los abandonan en centros de urgen cias médicas, comisarías y en el mejor de los casos en asilos gratuitos, si es que los hay. Por todo esto creo que los gobernantes o el Congreso de los Diputados deben establecer leyes que los protejan, y asimismo a los ayuntamientos encargados de la ordenación urbana.Para no ser extenso, resumo que la protección del anciano pasaría por promulgar leyes para que los testamentos fueran de libre voluntad de la persona, sea joven o viejo, y que lo mismo pudiera heredar su perro o su gato, es un decir, quedando nula la ley de que forzosamente han de ser herederos los hijos legítimos. El anciano que ha. sido maltratado por su familia no tiene que entregar bienes conseguidos con su esfuerzo a estos familiares. Sería más racional que el producto de las herencias pasara al sostenimiento económico de residencias de ancianos.

De esta manera, si los hijos ven amenazados sus intereses, tratarían mejor al anciano.

En cuanto a las autoridades municipales, que vigilaran más la vialidad en las calles, pues si bien existen leyes municipales, éstas no se respetan, especialmente por los automovilistas, que aparcan tan bien que no dejan paso para cruzar las calles, cosa que no sólo afecta a los ancianos, sino también a personas imposibilitadas y a las señoras que llevan a su hijo en el cochecito. Y lo que aún es peor: los coches invaden las aceras impidiendo el paso de los peatones. Hay muchas más cosas que no caben en las 30 líneas, pues de este asunto se pueden escribir muchos folios- Antonio Pérez de la Puerta.

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