El 'caso García Valverde' supone un golpe a la imagen de un Gobierno bloqueado por el recorte económico

La implicación del ministro de Sanidad, Julián García Valverde, en la polémica compra de unos terrenos, en su etapa de presidente de Renfe, supone un nuevo golpe a la imagen de un Gobierno, que a los nueve meses de su formación, se halla bloqueado por el recorte presupuestario y las malas perspectivas económicas de los próximos meses, según fuentes próximas al Ejecutivo. A ello hay que añadir el delicado estado de salud de Francisco Fernández Ordóñez, ministro de Exteriores, una pieza clave para la estabilidad interna del propio Gabinete.

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La implicación del ministro de Sanidad, Julián García Valverde, en la polémica compra de unos terrenos, en su etapa de presidente de Renfe, supone un nuevo golpe a la imagen de un Gobierno, que a los nueve meses de su formación, se halla bloqueado por el recorte presupuestario y las malas perspectivas económicas de los próximos meses, según fuentes próximas al Ejecutivo. A ello hay que añadir el delicado estado de salud de Francisco Fernández Ordóñez, ministro de Exteriores, una pieza clave para la estabilidad interna del propio Gabinete.

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El ministro de Sanidad, Julián García Valverde, despachó el lunes con el vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra, para aclarar sus responsabilidades en la presunta compra irregular de unos terrenos por Equidesa -filial 100% de Renfe- cuando presidía la compañía ferroviaria. De la reunión salió la decisión de García Valverde de comparecer el próximo miércoles en el Parlamento. Mientras tanto, el ministro no ha querido comentar nada a sus compañeros de Gabinete.Pese al respaldo público de varios ministros y el propio vicepresidente a su honorabilidad personal, en el Gobierno existe una gran preocupación sobre el caso, del que es una muestra la investigación puesta en marcha en los ministerios de Justicia, Obras Públicas, Economía y la propia Renfe. El ex ministro de Transportes, José Barrionuevo, con más libertad de movimientos, se ha desmarcado públicamente de García Valverde con el claro temor de que termine por estallar un gran escándalo.

El cuestionamiento público de la figura de García Valverde se une al procedente del Gobierno y del propio partido. El ministro de Sanidad no mantiene buenas relaciones con José Borrell, titular de Obras Públicas y Transportes. Tampoco con Alejandro Cercas, responsable del área de Movimientos Sociales de la Ejecutiva del PSOE.

Por otro lado, la delicada salud del ministro de Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez, significa también otro motivo de preocupación del Gobierno. El titular de Exteriores es una pieza clave para la estabilidad interna del Ejecutivo y uno de los tres ministros en los que se apoya el presidente González. Los otros dos son el vicepresidente Serra y la ministra portavoz, Rosa Conde.

La debilidad de García Valverde en el Gobierno sólo tiene parangón con la de Matilde Fernández, ministra de Asuntos Sociales. Su decisión de no subvencionar las actividades de la Asociación de Víctimas del Terrorismo ha creado problemas en los ministerios de Interior y Defensa, por las presiones de los militares y organizaciones policiales que critican el "sectarismo de la ministra". Sin embargo, Matilde Fernández cuenta con firmes respaldos en el PSOE, lo que no sucede con García Valverde.

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Solchaga pierde fuerza

Asimismo, el ministro de Economía y Hacienda, Carlos Solchaga, ha perdido la fuerza de la que gozaba hasta este verano, según fuentes del propio Gobierno. Por un lado, las perspectivas de la economía española -especialmente por el aumento del paro- para los próximos meses son muy sombrías y, por otro, las organizaciones empresariales han expresado públicamente su malestar por los presupuestos de este año.Una muestra de la pérdida de fuerza de Solchaga es la pérdida de confianza de uno de sus anteriores colaboradores como es el caso de José Borrell, ministro de Obras Públicas y Transportes, quien no ha dejado de expresar sus discrepancias en el Consejo de Ministros como en la comisión de subsecretarios, enfrentado al titular de Economía tras el recorte.

La limitación presupuestaria está llevando al Gobierno al agarrotamiento. Programas sociales, de obras públicas, de exteriores, defensa así como parte de los planes iniciales de la modernización de la Administración no se van a poder desarrollar. Un ministro señalaba hace unos días: "Nos limitamos a administrar la miseria, pero además los recortes de programas nos van a obligar a realizar gestos políticos en la Administración para recuperar imagen y eso nos puede acarrear conflictos laborales con los funcionarios".

Sin embargo, en el Gobierno existe satisfacción por la buena canalización que están teniendo los que eran aparentemente sus eslabones más débiles. El conflicto de HUNOSA ha rebajado tensiones después de que Claudio Aranzadi, ministro de Industria y Energía, entre a negociar con los sindicatos, forzado por el vicepresidente Serra y con la, intervención previa de Felipe González y Alfonso Guerra. Los sindicatos y el propio Aranzadi han moderado sus posiciones iniciales. El titular de Industria llegó a manifestar hace unas semanas al presidente del Principado de Asturias, Luis Rodríguez Vigil: "Tú tienes que decir allí lo mismo que yo te digo aquí".

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