Tribuna:

Extraños en el parque

Al festival de ayer se acercaron 1.000 personas. A la macromanifestación contra la droga que acompañó el mes pasado la movilización de Villaverde contra el realojamiento de gitanos en la zona fueron 16.000 almas. Las dos posiciones surgían en el parque de la Ciudad de los Ángeles."Que no todos los gitanos son iguales", decía el tío Carlos, que vino, con su sombrero y su bastón, desde Getafe, "igual que no son iguales todos los payos, y algunos ponen bombas". El tío Carlos y Manuel Martín, ambos de Presencia Gitana, se enfrentaron ayer con unos vecinos mientras desde el escenario ya se mandaban...

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Al festival de ayer se acercaron 1.000 personas. A la macromanifestación contra la droga que acompañó el mes pasado la movilización de Villaverde contra el realojamiento de gitanos en la zona fueron 16.000 almas. Las dos posiciones surgían en el parque de la Ciudad de los Ángeles."Que no todos los gitanos son iguales", decía el tío Carlos, que vino, con su sombrero y su bastón, desde Getafe, "igual que no son iguales todos los payos, y algunos ponen bombas". El tío Carlos y Manuel Martín, ambos de Presencia Gitana, se enfrentaron ayer con unos vecinos mientras desde el escenario ya se mandaban mensajes de solidaridad.

Un jubilado, Mario Navarro, que cruzó sus palabras con el patriarca, explicaba que estaba harto: "Estos marginados se automarginan, pero nosotros hemos trabajado duro aquí para poder vivir". Lo del festival no le hacía ninguna gracia. Otros vecinos le seguían: "Y por qué no se los llevan a Pozuelo y Majadahonda los del Gobierno, no aquí, en el sur". "¿De dónde salen esos Mercedes, de vender fruta?". "Madrid, zona sur, capital de la droga", se leía en unos pasquines anónimos. Antón Fernández, un gitano que trabaja en una cooperativa de venta de flores, decía que ayer no había casi calés "porque hay miedo".

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"Pues la verdad es que cantan muy bien". Dos amas de casa, vestidas de domingo, veían danzar al grupo africano Bancwala. Estaban allí porque salieron a pasear al parque y se encontraron con la música, pero no se llevan bien con los gitanos. "Nosotros tenemos que matarnos para tener una casa, y ellos, sin trabajar, lo quieren todo. Y llevamos mucho tiempo aguantando lo que hay en El Rancho [un poblado marginal cercano], la droga y los robos".

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