El 'aquatrucha'

El parque acuático de San Fernando de Henares se transforma en invierno en coto de pesca

"Cuando la necesidad aprieta, hay que aguzar el ingenio". Así justifica Antonio Oliver, responsable del parque acuático de San Fernando de Henares, la original idea de sustituir durante el invierno a los bañistas -inexistentes- por pescadores a la busca de ejemplares de trucha arco iris. El primer coto de pesca con toboganes ha comenzado a funcionar este fin de semana, a menos de 15 minutos del centro de Madrid.

Carlos Vázquez, propietario de varias piscifactorías en Guadalajara y Cuenca, llegó un buen día al parque y vio que las instalaciones se encuentran inutilizadas durante el i...

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"Cuando la necesidad aprieta, hay que aguzar el ingenio". Así justifica Antonio Oliver, responsable del parque acuático de San Fernando de Henares, la original idea de sustituir durante el invierno a los bañistas -inexistentes- por pescadores a la busca de ejemplares de trucha arco iris. El primer coto de pesca con toboganes ha comenzado a funcionar este fin de semana, a menos de 15 minutos del centro de Madrid.

Carlos Vázquez, propietario de varias piscifactorías en Guadalajara y Cuenca, llegó un buen día al parque y vio que las instalaciones se encuentran inutilizadas durante el invierno. Sin dudarlo un minuto, propuso a Antonio Oliver traer a las piscinas truchas de sus criaderos. Dicho y hecho. Desde hace un mes, 7.000 peces nadan en el parque.Alrededor del estanque principal pasean ahora familias con niños que miran con ojos asombrados a los aficionados a la pesca. Sin gran esfuerzo, los pescadores se pueden llevar al cesto truchas con un tamaño medio de 27 centímetros. Y, con un poco de suerte, pican ejemplares de hasta un kilo y medio.

Para pescar hay que sacar una entrada de acceso al recinto, que cuesta 500 pesetas y da derecho -de viernes a domingo y de diez de la mañana a siete de la tarde- a una caña de pescar y a llevarse a casa la primera pieza que pique. El resto le costará al pescador 300 pesetas por unidad. "No se admiten devoluciones", aclaran los propietarios. Es decir, no se pueden devolver al agua las truchas que han mordido el anzuelo. El negocio es el negocio.

En el mismo recinto del parque se han instalado parrillas para cocinar las truchas y mesas para degustarlas. Los peces se reponen a medida que pican y están en perfectas condiciones sanitarias, según Vázquez. En principio, la pesca ofrece escasas dificultades. Las truchas están hambrientas y "entran a cualquier cebo", según los expertos. Sin embargo, la captura fácil sólo se da al comienzo de cada jornada. Una vez que las truchas se han percatado de que hay pescadores, pican mucho menos.

Veinte personas acudieron ayer al parque y salieron con 64 truchas. Cote, una rubia escondida tras sus gafas para protegerse del sol, sentada en un sillón de caña, decía haberse aburrido un poco porque sólo había pescado una trucha en cinco minutos. Era la primera vez que "iba de pesca", y considera que para divertirse "la idea es genial".

Cebos de maíz

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El cebo clásico, la lombriz -"desagradable para las señoras y los niños", según Vázquez-, ha sido reemplazado por granos e maíz. Durante algún tiempo, los empleados han arrojado maíz a la piscina para que las truchas "sepan que eso se come".Juan Toro, un avezado pescador, ha llevado a sus hijos. Para él no es divertido "pescar así, tan fácil". Prefiere los ríos y en último caso los cotos porque, dice, "allí se suda para capturar la pieza y es más entretenido". Toro cree que podría implantarse un premio para el que consiga la trucha más grande. "Lo que más nos gusta a los pescadores es conseguir trofeos", explica con un guiño.

Se pueden practicar varias modalidades de pesca en el parque acuático. También existen diferentes zonas de dificultad para la captura, según el nivel de cada aficionado. El agua del Canal de Isabel II ha sido depurada para eliminar el amoniaco y el cloro, y sometida a un proceso de oxigenación.

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