Desinterés absoluto

Los jugadores de la selección soviética de fútbol que participa en el trofeo Valencia Naranja muestran un absoluto desinterés por la situación política en la que se encuentra inmersa su país. El médico de la selección, uno de los pocos componentes del grupo con conocimientos de inglés, afirmó ayer: "En mi familia todos son médicos, yo soy médico, y nuestra obligación es curar a las personas, no hablar de política". La insistencia por conocer su opinión sobre los graves acontecimientos en la URSS sólo tuvo una respuesta: "Habrá que esperar a ver quién controla el país".Los jugadores se remitier...

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Los jugadores de la selección soviética de fútbol que participa en el trofeo Valencia Naranja muestran un absoluto desinterés por la situación política en la que se encuentra inmersa su país. El médico de la selección, uno de los pocos componentes del grupo con conocimientos de inglés, afirmó ayer: "En mi familia todos son médicos, yo soy médico, y nuestra obligación es curar a las personas, no hablar de política". La insistencia por conocer su opinión sobre los graves acontecimientos en la URSS sólo tuvo una respuesta: "Habrá que esperar a ver quién controla el país".Los jugadores se remitieron constantemente al traductor, un miembro del cuadro técnico que, en castellano fluído, repitió una y otra vez que la situación era normal y que no modificarán su calendario deportivo por los sucesos. Tan sólo un futbolista, más atrevido que el resto de sus compañeros, reconoció que había hablado con su mujer: "Está bien, porque vivimos en las afueras de Moscú y allí no, hay tanques". Un escueto "no sé" fue el contenido de las restantes respuestas de los soviéticos.

A pesar de la tibieza de sus afirmaciones, ningún soviético quiso dar su nombre. Incluso, se mostraron molestos y evasivos por el interés que despertaban, en contraste con los jugadores del Sao Paulo, el otro equipo que disputará junto con el Valencia el trofeo Naranja, que comenzó ayer entre valencianos y soviéticos.

Durante todo el día de ayer, los componentes de la selección soviética no salieron de sus habitaciones, desayunaron y comieron en un comedor privado y sólo alguno de los jugadores bajó a los salones del hotel acompañado por el traductor. El carácter reservado de sus integrantes no lo rompió ni siquiera un periodista soviético, miembro de la expedición, que también contestaba con "no sé" a las preguntas de los medios españoles.

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