Tribuna:

Bundesbank

Bundesbank, en castellano, suena rotundo. Como la onomatopeya de un cañonazo más o menos. El mercado de valores madrileño, temeroso, huidizo y como ausente había agachado la cabeza mucho antes de que el proyectil, en este caso la subida de tipos decidida por el banco central alemán, hubiera sido engrasado. Todo el mundo sabía que los alemanes encarecerían el precio del dinero, arrastrando a media Europa en el movimiento al alza de los tipos de interés. Y nadie se ha atrevido a menear ni un dedo. Como consecuencia, la subida de tipos en Alemania tan sólo ha provocado un nuevo descenso en la con...

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Bundesbank, en castellano, suena rotundo. Como la onomatopeya de un cañonazo más o menos. El mercado de valores madrileño, temeroso, huidizo y como ausente había agachado la cabeza mucho antes de que el proyectil, en este caso la subida de tipos decidida por el banco central alemán, hubiera sido engrasado. Todo el mundo sabía que los alemanes encarecerían el precio del dinero, arrastrando a media Europa en el movimiento al alza de los tipos de interés. Y nadie se ha atrevido a menear ni un dedo. Como consecuencia, la subida de tipos en Alemania tan sólo ha provocado un nuevo descenso en la contratación. No ha habido más consecuencias y la bolsa está donde estaba: en tierra de nadie, impregnada de incertidumbre y esperando a septiembre para decidir qué hacer.Ayer, a media tarde, la discusión se centraba en si las cifras de negocio se situarían finalmente a nivel de guerra de Golfo, en el entorno de los 4.000 millones de pesetas, o si por el contrario, como sucedió el miércoles, el negocio superaría los 5.000 millones. Discusión baladí, pero la única posible en una bolsa que no existe, que no es. Lo único positivo de la semana es que tras los datos de inflación, tras la subasta de letras y tras la decisión del Bundesbank, el índice general continúa resistiendo en el nivel del 270%.

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