"Me golpearon y me sentí en el aire", relata la mujer arrojada desde un puente

JAVIER CASQUEIRO, "No recuerdo casi nada, sólo que primero me dieron un golpe en la cadera y me tiraron del bolso y de una cadena de oro con una cruz muy bonita que llevaba en el cuello; luego me sentí por el aire y noté un impacto tremendo contra el asfalto". María Isabel Díaz Gutiérrez, de 31 años, limpiadora de profesión y vecina de Moratalaz, se encontraba ayer postrada en la cama 906 del hospital Gregorío Marañón.

Los médicos le han operado en la espalda y en la pelvis de una fractura en la columna vertebral y en la cadera. No puede mover nada más que la cabeza, los brazos y un poc...

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JAVIER CASQUEIRO, "No recuerdo casi nada, sólo que primero me dieron un golpe en la cadera y me tiraron del bolso y de una cadena de oro con una cruz muy bonita que llevaba en el cuello; luego me sentí por el aire y noté un impacto tremendo contra el asfalto". María Isabel Díaz Gutiérrez, de 31 años, limpiadora de profesión y vecina de Moratalaz, se encontraba ayer postrada en la cama 906 del hospital Gregorío Marañón.

Los médicos le han operado en la espalda y en la pelvis de una fractura en la columna vertebral y en la cadera. No puede mover nada más que la cabeza, los brazos y un poco una pierna. Así estará muchos meses. En la madrugada del viernes -sobre las tres- dos individuos "jóvenes y fuertes" la arrojaron desde un paso elevado que cruza la carretera de Valencia en el barrio de Moratalaz, tras intentar sin éxito arrebatarle el bolso.

María Luisa volvía a su casa, en Vallecas, después de haber bailado a gusto en la discoteca Silicona. Al día siguiente tenía que trabajar. En el camino se enfadó con su novio, que la dejó rezagada. Al cruzar el paso elevado se topó con los atracadores, a quienes apenas vio. Y tras ser lanzada contra el asfalto desde una altura de unos 10 metros perdió la consciencia. "No sé cuánto tiempo, sólo recuerdo que grité y me arrastre para que se me viera".

"Debí de pasar allí varias horas, yo notaba un dolor inmenso en todo el cuerpo -el de la espalda era insoportable- y las piernas no me respondían; luego vi que alguien miraba y pedí ayuda", recuerda María Luisa. Sus padres atribuyen el hecho "a alguna de las pandas de salvajes que hay por Moratalaz" y reprochan a su hija que se resistiera a soltar el bolso. Ella replica: "Si no llevaba nada, mil pesetas, pero tenía las llaves de las empresas donde limpio".

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