EL VIAJE DE LOS REYES AL PAÍS VASCO

El jefe del Estado revive su infancia en el palacio de Miramar

Don Juan Carlos revivió ayer en las dependencias del Palacio de Miramar de San Sebastián parte de su Infancia. En la Sala del Príncipe, lugar en el que alguna que otra vez jugó cuando era adolescente, pronunció su discurso de clausura del curso sobre san Ignacio, en el que en euskera recordó los años vividos en la capital guipuzcoana. Después se traslado al salón con chimenea, una de las dependenclas principales del palacio, para recibir a las cerca de 600 personas invitadas a la recepcion que ofrecieron Sus Majestades en los jardines del palacio.

La discreción en el vestuario elegi...

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Don Juan Carlos revivió ayer en las dependencias del Palacio de Miramar de San Sebastián parte de su Infancia. En la Sala del Príncipe, lugar en el que alguna que otra vez jugó cuando era adolescente, pronunció su discurso de clausura del curso sobre san Ignacio, en el que en euskera recordó los años vividos en la capital guipuzcoana. Después se traslado al salón con chimenea, una de las dependenclas principales del palacio, para recibir a las cerca de 600 personas invitadas a la recepcion que ofrecieron Sus Majestades en los jardines del palacio.

La discreción en el vestuario elegido por la reina, falda estampada con chaqueta roja y zapato abierto de tacón, brilló sobre el de cualquiera de las cientos de señoras que se encontraban en la recepción. Muy recargadas en algunos casos y con un atuendo excesivamerite deportivo en otros. Los señores, la mayoría políticos o empresarios, eligieron para la recepción real el traje azul. El color elegido por don Juan Carlos para el suyo.

Breves segundos duraron los saludos de los invitados a los Reyes a excepción de algunas personas que don Juan Carlos había invitado expresamente y que conoció de la infancia. Fue con ellas con las que departió durante unos minutos aunque la persona con la que más tiempo estuvo fue con el presidente del PNV, Xabier Arzalluz.

Las dependencias del Palacio de Miramar estaban custodiadas por el servicio de escolta de Sus Majestades, mientras que de la seguridad de los jardines y el edificio se encargó la Policía Autónoma vasca. El paseo de La Concha ofrecía ayer una imagen inusual. Los viandantes se podían encontrar cada 20 metros con uno de los cientos de policías desplazados a la capital guipuzcoana.

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