Cartas al director

Madrid no va a la zaga

En el reportaje Ciudades del 1992, que publica el 22 de mayo (páginas 25 y 25), me sorprenden varios temas. En primer lugar, el despliege informativo desproporcionado que hay para Barcelona y Sevilla con respecto al mínimo espacio dedicado a Madrid, así como su entradilla periodística, que no se ajusta a la realidad en el caso de Madrid 92. A los madrileños nos alegran mucho los avances de Barcelona y Sevilla, pero Madrid no va a la zaga. Partiendo de que los acontecimientos de cada una de las ciudades son totalmente diferentes, los ciudadarios madrileños, y los visitantes en 1992, no s...

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En el reportaje Ciudades del 1992, que publica el 22 de mayo (páginas 25 y 25), me sorprenden varios temas. En primer lugar, el despliege informativo desproporcionado que hay para Barcelona y Sevilla con respecto al mínimo espacio dedicado a Madrid, así como su entradilla periodística, que no se ajusta a la realidad en el caso de Madrid 92. A los madrileños nos alegran mucho los avances de Barcelona y Sevilla, pero Madrid no va a la zaga. Partiendo de que los acontecimientos de cada una de las ciudades son totalmente diferentes, los ciudadarios madrileños, y los visitantes en 1992, no solamente podrán contemplar el azul del cielo que Velázquez reflejó en su obra, sino una apuesta cultural y de infraestructuras que configuran a Madrid como una de las ciudades más importantes en el elenco mundial.Apostillar que las reformas del teatro Real y el palacio de Villahermosa comenzaron antes de ser designada Madrid Capital Europea de la Cultura, y que estarán terminadas para el acontecimiento.

Decir también que la programación cultural está ultimada, a falta de pequeños retoques desde el Consorcio, y que se resumen en 200 folios que están a su disposición. Esta prograrnación tiene un tinte especial, basada en la filosofía de redescubrir la ciudad dando luz a sus señas de identidad cultural, apostando por las regiones españolas y la hermosura de la cultura europea.

Además, en el año 1992 habrá una declaración universal en todo lo que rodea al ser humano, que marcará el fin del segundo milenio y que será punto de partida de pensamiento y de reflexión cultural para el comienzo del tercer milenio.

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Si hablamos de infraestructuras, diarios como Le Monde, Washington Post y Frankfurter Allgemeine han publicado, algunos de ellos incluso en primera página, que Madrid en el 1992 tendrá el mayor proyecto sobre naturaleza, verde o ecológico, de toda Europa. Con la creación de los cinco grandes parques con motivo de los cinco fines de siglo, con un total de 400 hectáreas, sitúan a Madrid en una de las ciudades ecológicas más importantes del mundo. Por no hablar ya del Centro de Arte Reina Sofía, Museo de la Ciudad, Teatro de la Vaguada, Complejo Cultural de la Arganzuela, Auditorio, Parque de la Hinojosa, Ciudad de la Imagen, palacio de Liriares, teatro Español, Casa de Lope de Vega, Marquesina de Atocha y un largo etcétera que podría desembocar en las infraestructuras subterráneas. A todas estas infraestructuras se les acoplará una ambiciosa programación, que permitirá a los madrileños disfrutar de las mejores capitales europeas de la cultura que hasta ahora se han celebrado.

Por tanto, Madrid 92 no es una ocasión perdida, sino que supone un símbolo de progreso del que todos los madrileños po-

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