EL DEBATE SOBRE LA VIVIENDA

La estadística está reñida con la realidad

La afirmación de que el 63,6% de las rentas de los alquileres no superan las 10.000 pesetas mensuales o de que sólo el 1% rebasa la frontera de las 50.000 pesetas parece un atentado contra la razón. La experiencia demuestra que en el mercado ya no existen esas gangas, y que intentar alquilar una vivienda digna por menos de 70.000 pesetas en las grandes ciudades es algo poco menos que imposible. Y es que la estadística está, en esta como en muchas otras ocasiones, reñida con la realidad.Esta nula coordinación entre la realidad y la estadística es consecuencia directa de la falta de control del ...

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La afirmación de que el 63,6% de las rentas de los alquileres no superan las 10.000 pesetas mensuales o de que sólo el 1% rebasa la frontera de las 50.000 pesetas parece un atentado contra la razón. La experiencia demuestra que en el mercado ya no existen esas gangas, y que intentar alquilar una vivienda digna por menos de 70.000 pesetas en las grandes ciudades es algo poco menos que imposible. Y es que la estadística está, en esta como en muchas otras ocasiones, reñida con la realidad.Esta nula coordinación entre la realidad y la estadística es consecuencia directa de la falta de control del mercado. La realidad demuestra que el mundo del alquiler está sembrado de un sinfín de triquiñuelas.

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La irregularidad más habitual es la existencia de muchas viviendas en alquiler sin contrato. Pero las trampas no acaban ahí. Hay, por ejemplo, un buen número de propietarios que no declaran las rentas que generan por los ingresos obtenidos por el alquiler de sus viviendas.

A esta circunstancia se une el general desconocimiento de la legislación que rige el mercado. Una cantidad muy considerable de ciudadanos creen que el Decreto Boyer les impide hacer contratos por más de un año, lo que aborta un buen número de negocios. La estadística nos asegura de nuevo que más del 50%, de los contratos firmados después de la entrada en vigor del Decreto Boyer han tenido una duración superior a un año.

Pero tal vez el caso más sangrante lo protagonizan quienes alquilan como viviendas libres las que nacieron al amparo de la financiación del Estado. Si se establece una comparación con el resto de Europa, este tipo de alquiler es prácticamente inexistente en España.

A este conjunto de problemas que asolan al alquiler en particular y a la vivienda en general es al que deben poner coto las promesas electorales. Sería una inmensa decepción que los programas de las formaciones políticas se quedaran en papel mojado cuando hay tantos agujeros que tapar. Los partidos políticos deben llevar a a práctica sus promesas electorales.

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