CASO PENDIENTE

Muerta, antes que violada

El asesinato de la estudiante María Teresa Pérez sigue sin aclararse seis años después

El pasado 8 de marzo se cumplió el sexto aniversario de su asesinato. Y la pregunta sigue sin respuesta: ¿quién mató a María Teresa Pérez Valmorisco? ¿Quién destrozó su cabeza en aquel sucio solar de la calle de Humanitarias? El autor jamás ha sido desenmascarado, pese a que la policía se volcó en la investigación de este hecho tan repugnante. Lo único que llegó a saberse es que Teresa fue asesinada por resistirse a que aquella fiera abusase de ella. Se cumplió la negra premonición que en más de una ocasión ella había comentado: "Prefiero morir antes que ser violada".

Se llamaba Teresa,...

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El pasado 8 de marzo se cumplió el sexto aniversario de su asesinato. Y la pregunta sigue sin respuesta: ¿quién mató a María Teresa Pérez Valmorisco? ¿Quién destrozó su cabeza en aquel sucio solar de la calle de Humanitarias? El autor jamás ha sido desenmascarado, pese a que la policía se volcó en la investigación de este hecho tan repugnante. Lo único que llegó a saberse es que Teresa fue asesinada por resistirse a que aquella fiera abusase de ella. Se cumplió la negra premonición que en más de una ocasión ella había comentado: "Prefiero morir antes que ser violada".

Se llamaba Teresa, pero todo el mundo la conocía por el apelativo de Paty. Tenía 24 años. Estudiaba Ciencias Empresariales. Aquella tarde del viernes 8 de marzo de 1985 ella y su amiga Yolanda salieron de clase y decidieron tomar el metro e ir a sus casas. Pese al fin de semana, ninguna de las dos tenía demasiadas ganas de diversión, sobre todo porque les faltaba Inés, la chica con la. que ambas compartían estudios, aficiones y secretos. Inés llevaba un par de días sin ir a clase por una inoportuna enfermedad.Paty y Yolanda atravesaron los jardines de la plaza de España, después de despedirse de sus compañeros de estudios, y descendieron a los andenes del metro. Cogieron el mismo convoy, pero Yolanda se bajó en la estación de Aluche, sin poder imaginar Jamás que aquella iba a ser la última vez que viera con vida a su amiga Paty continuó viaje hasta. el apeadero de Vista Alegre.

La joven estudiante salió a la calle. Era de noche y quizá sintió miedo, sobre todo porque esta vez no iba escoltada por su amiga Inés. "Maldita enfermedad", debió de pensar Paty camino de su domicilio de la calle de Castrojeriz. Todos los días hacía el mismo recorrido y todos los días le asaltaba interionnente cierta angustia, un cierto escalofrío, cuando se cruzaba con aquellos grupos de "gente rara" que solían beber y fumar en un parque cercano. Es posible que un sexto sentido le hiciera echar de menos -ese día más que nunca- la compañía cálida y reconfortante de Inés.Nadie vio nada. Nadie escuchó el menor grito. Pero lo cierto es que cuando apenas le faltaban unos metros para llegar a. su casa un individuo abordó a la muchacha y la obligó a dirigirse hacia un viejo inmueble de la calle de Humanitarias del que apenas quedaban en pie sus cuatro paredes de ladrillo. El solar se había convertido en poco menos que un muladar.

Violencia

El agresor condujo a la víctima hasta un rincón del solar y la derribó al suelo, sucio y llenó de cenizas de una antigua fogata. Posiblemente intentó arrancar las ropas de la joven, pero ésta se resistió con fiereza. Paty agarró por los pelos a su atacante:, quien a su vez trató de inmovilizarla apretándole con saña las manos y las muñecas contra la tierra.

Sólo recrear la escena le pone a uno la carne de gallina. En un momento de furia, el atacante cogió la cabeza de su víctima y la golpeó con fuerza contra una piedra. Una y otra vez. Hasta que sus manos se empaparon de sangre, hasta que aquella mujer quedó inerte empuñando con rabia unos pocos cabellos de su asesino. Después, el homicida arrebató la cartera donde la estudiante guardaba su carné de identidad y apenas 500 pesetas.

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Mientras, Manuel Pérez Viejo, ex empleado del Ayuntamiento, y su mujer no acertaban a comprender qué le podía haber pasado a su hija.... Pasaron toda la noche en vela y una y mil veces debieron de pensar que le tenía que haber ocurrido algo malo, puesto que en caso contrarío ella les habría telefoneado para advertirles de su tardanza, como hacía siempre.

A primeras horas de la mañana del sábado un joven que pa seaba con su perro por las inme diaciones de la, plaza de toros de Vista Alegre descubrió en la calle de Humanitarias el cadáver des figurado de María Teresa. La autopsia confirmó que la muerte se produjo por fractura de cráneo y que la muchacha no había sido violada.

Los hombres del grupo de homicidios de la Brigada Judicial de Madrid se hicieron cargo de las investigaciones encaminada a aclarar aquel caso repugnante y salvaje. Las primeras pesquisas se orientaron hacia la posibilidad de que el autor del crimen hubiera sido un vulgar atracador, pero posteriormente llegaron a la conclusión de que el agresor había actuado por un impulso sexual.

"A mi niña la ha matado un degenerado, no un vulgar atracador", dijo entonces el padre de la muchacha. Y sus compañeros de la Escuela de Ciencias Empresariales recordaron también las veces que Paty les había comentado: "SI a mí me atracan, yo les doy el bolso, las joyas y todo. Pero prefiero morir antes de que me violen".

Psicosis

Aquel mismo día otra mujer había sido agredida sexualmente por un individuo cuando caminaba por las proximidades de la calle del General Ricardos. Así que en el barrio de Carabanchel llegó a desatarse cierta psicosis ante la posibilidad de que un maniaco pudiera llegar a sembrar el terror en la zona.

No es extraño que alguien escribiera en la pared del solar donde Paty fue asesinada: "Castigo a los violadores. Contra violación, castración".

Los agentes encargados del caso investigaron a todos los fichados por delitos sexuales e incluso llegaron a acumular fuertes sospechas contra un sujeto que "tenía todas las papeletas" para ser el agresor de la estudiante. Pero nunca pudieron reunir contra él suficientes pruebas como para ponerle a disposición judicial.

Seis afios después el crimen continúa ocupando un expediente en el archivo de casos pendientes. Es quizá una de las espinas más dolorosas que los inspectores del grupo de homicidios tienen clavada en su carrera profésional, según ha reconocido uno de los responsables de la investigación. Es difícil olvidar el lamento de Manuel Pérez tras enterrar a su hija: "Parece mentira que uno esté criando a una hija durante 24 años, con mucho sacrificio, para que luego llegue un desalmado y te la destroce en un minuto".

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