Tribuna:GUERRA EN ORIENTE PRÓXIMO

El antisemitismo iraní

El aterrizaje de varios cazas de Irak en suelo iraní ha abierto las especulaciones sobre la posibilidad de que Sadam haya negociado en secreto el uso de bases iraníes desde donde atacar a la flota aliada. Sin embargo, parece una explicación poco plausible, pues, de ser así, Irán habría modificado radicalmente su tradicional política hacia Bagdad y estaría arriesgando sus últimos logros diplomáticos con el mundo occidental y los países del Golfo.Precisamente, si hay alguien que se esté revelando como un claro vencedor de la contienda es Irán. En primer lugar, Teherán se benefició después del ve...

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El aterrizaje de varios cazas de Irak en suelo iraní ha abierto las especulaciones sobre la posibilidad de que Sadam haya negociado en secreto el uso de bases iraníes desde donde atacar a la flota aliada. Sin embargo, parece una explicación poco plausible, pues, de ser así, Irán habría modificado radicalmente su tradicional política hacia Bagdad y estaría arriesgando sus últimos logros diplomáticos con el mundo occidental y los países del Golfo.Precisamente, si hay alguien que se esté revelando como un claro vencedor de la contienda es Irán. En primer lugar, Teherán se benefició después del verano de la necesidad de Sadam Husein de aligerar sus guarniciones a lo largo de la frontera con Irán para llevarlas a Kuwait o a sus alrededores y de su desesperada búsqueda de aliados con los que romper el cerco diplomático y el embargo económico de la ONU. Irán recibiría como pago inicial la orilla derecha de Chat-el-Arab, el único logro iraquí tras ocho sangrientos años de guerra. Sin embargo, Sadam no obtuvo más que vagas palabras y, de hecho, ninguna de las noticias sobre operaciones del gobierno de Teherán violando el embargo han podido ser confirmadas. Lo que no es extraño ni milagroso.

Desde la revolución fundamentalista de 1979, Teherán hizo de la eliminación de Sadam su política. De hecho, aunque la campaña inicial de la guerra Irán-Irak fue lanzada por Bagdad, no es menos cierto que ésta se produjo tras un continuo hostigamiento político y militar iraní que por poco acaba con la vida del propio Sadam. Irán nunca ha modificado su objetivo de derrocar a Sadam y colocar en el gobierno de Bagdad a líderes shiíes, mayoría entre la población iraquí. El armisticio con Irak no fue una concesión política, sino el reconocimiento por parte de Jomeini de su impotencia militar. Rafsanjani y los ayatolas ven ahora cómo los occidentales le quitan de en medio a su demonio vecino. ¿Por qué tendrían que ayudarle ahora a sobrevivir?

Es más, a pesar de que las autoridades religiosas de Irán han denunciado la presencia "imperialista occidental" en Arabia Saudí, país custodio de los lugares santos, el gobierno de Rafsanjani ha negociado a la vez la normalización de sus relaciones con la comunidad internacional. A los americanos les ha dado prueba de su buena actitud respetando en primer lugar el embargo y, después, no interfiriendo en las actividades militares. También ha realizado pasos hacia los países del Golfo, en particular Arabia Saudí, hacia quien ha moderado sus ataques verbales y con quien podría llegar a algún entendimiento con la mediación de Omán.

Dar refugio a los cazas iraquíes le costaría a Irán arruinar la respetabilidad internacional que se está labrando, perder las ayudas que se le están prometiendo y, sobre todo, abandonar uno de sus objetivos más deseados: contemplar la eliminación de Sadam Husein. No hay ninguna tentación más fuerte.

Rafael L. Bardají es director del Grupo de Estudios Estratégicos.

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