Pesimismo y resignación en la Casa Blanca

El presidente George Bush se encerró ayer en la Casa Blanca con sus más directos colaboradores para "reflexionar" sobre la decisión más fundamental que tomará en su vida política: la orden a las fuerzas armadas norteamericanas para atacar las posiciones iraquíes si las tropas de Bagdad no han abandonado Kuwait en la medianoche del martes, hora de la costa este de Estados Unidos, ocho de la mañana de hoy, hora del Golfo.El pesimismo sobre la inevitabilidad de un conflicto armado era evidente en todos los departamentos del Gobierno federal norteamericano a pesar del plan de la última iniciativa ...

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El presidente George Bush se encerró ayer en la Casa Blanca con sus más directos colaboradores para "reflexionar" sobre la decisión más fundamental que tomará en su vida política: la orden a las fuerzas armadas norteamericanas para atacar las posiciones iraquíes si las tropas de Bagdad no han abandonado Kuwait en la medianoche del martes, hora de la costa este de Estados Unidos, ocho de la mañana de hoy, hora del Golfo.El pesimismo sobre la inevitabilidad de un conflicto armado era evidente en todos los departamentos del Gobierno federal norteamericano a pesar del plan de la última iniciativa de paz sometida apresuradamente ayer al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

El portavoz presidencial, Marlin Fitzwater, sin referirse directamente al plan francés, manifestó que la Casa. Blanca "no conocía ninguna iniciativa" que pudiera evitar la guerra.

Fitzwater, que el lunes había afirmado que "cualquier tiempo que transcurra después del 15 sin haberse producido una retirada iraquí es tiempo prestado", se negó a hacer especulaciones sobre las medidas que podría tomar Bush.

"No esperen ningún anuncio o predicción sobre las posibles decisiones presidenciales que puedan poner en peligro las operaciones militares", manifestó Fitzwater, reflejando el clima de tensión prebélica que embargaba ayer a los altos funcionarlos de la mansión presidencial.

Una orden crucial

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Bush aparecía ayer resignado ante la posibilidad de tener que ordenar a sus fuerzas una acción militar contra Irak ante la ausencia de cualquier signo positivo procedente de Bagdad. El pensamiento de Bush, que no tenía previsto realizar ayer ninguna aparición pública, fue resumido por el speaker (presidente) de la Cámara de Representantes, el demócrata Thomas Foley, tras una reunión entre el jefe del ejecutivo y los líderes de las dos Cámaras del Congreso a última hora del martes. "El presidente volvió a manifestarnos que si el plazo expira y el presidente iraquí, Sadam Husein, no se ha retirado de Kuwait, la guerra se producirá más bien pronto que tarde", manifestó Foley.

Paseo en solitario

Y el líder de la minoría republicana en el Senado, senador Robert Dole, declaró, por su parte, que Bush no vislumbraba "ningún rayo de esperanza" que pudiera indicar una disposición iraquí a abandonar Kuwait.

Antes de iniciar su reunión diaria con los responsables de la inteligencia norteamericana, el presidente dió a primeras horas de la mañana un largo paseo por los jardines de la Casa Blanca para "reflexionar", según explicó su secretario de prensa, sobre la decisión final que ha de adoptar en las próximas horas, una gravísima decisión que, si conduce a un largo y sangriento conflicto, puede convertirle, como a su antecesor Lyndon B. Johnson con Vietnam, en un presidente de un solo mandato.

Y mientras el presidente reflexionaba y el reloj avanzaba inexorable hacia la hora fatídica marcada por el Consejo de Seguridad, las manifestaciones contrarias a la guerra brotaban en todo el país y llegaban hasta la misma mansión presidencial con un mismo mensaje para Bush: "No derramemos sangre por petróleo".

Más de 10.000 personas, según los organizadores, y 5.000 según el servicio secreto, se manifestaron el martes por la noche ante la Casa Blanca para dejar patente su oposición a un conflicto en el Golfo en una protesta pública que evocaba las algaradas de los sesenta en contra de la intervención en Vietnam.

Sin embargo, en esta ocasión Bush puede encontrar consuelo en el hecho de que el 55 por ciento de la población norteamericana, según reveló una encuesta publicada ayer por el New York Times, piensa que su presidente ha hecho todo lo que estaba en su mano para evitar la guerra.

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