LA DIMISIÓN DEL VICEPRESIDENTE

El 'número dos' abandonó la última reunión del Consejo de ministros sin despedirse

J. G. I Distanciado de los demás miembros del Gobierno y apenas comunicativo, el vicepresidente Alfonso Guerra abandonó el pasado viernes la reunión del Consejo de ministros antes de que concluyera, sin despedirse por última vez de sus propios compañeros de Gabinete. Durante el café que habitualmente toman los ministros antes de comenzar la reunión del Consejo, Guerra se rnantuvo apartado y tan solo conversó con la portavoz gubernamental, Rosa Conde.

En esos momentos, incluso h,:)mbres de plena confianza de Felipe González, como Javier Solana, ministro de Educación o Joaquín Almunia, mi...

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J. G. I Distanciado de los demás miembros del Gobierno y apenas comunicativo, el vicepresidente Alfonso Guerra abandonó el pasado viernes la reunión del Consejo de ministros antes de que concluyera, sin despedirse por última vez de sus propios compañeros de Gabinete. Durante el café que habitualmente toman los ministros antes de comenzar la reunión del Consejo, Guerra se rnantuvo apartado y tan solo conversó con la portavoz gubernamental, Rosa Conde.

En esos momentos, incluso h,:)mbres de plena confianza de Felipe González, como Javier Solana, ministro de Educación o Joaquín Almunia, ministro para las Administraciones Públicas, desconocían todavía, según su propia versión, que el presidente había aceptado pocos dias atrás la renuncia de su número dos. Tan solo Narcís Serra, ministro de Defensa y Francisco Fernández Ordóñez, integrantes junto a Rosa Conde del mini-gabinete de seguimiento de la crisis en el, golfo Pérsico, habían sido advertidos de la trascendental decisión.

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En la cúpula del PSOE, nadie aparte de Txiki Benegas y Guillermo Galeote conocían la dimisión. Guerra informó personalmente al secretario de organización en un almuerzo al que le invitó el jueves en La Moncloa.

El líder socialista ha llevado personalmente y en el mayor secreto sus últimas conversaciones con Guerra, aunque desde el pasado mes de julio tenía madurada la decisión de prescindir de su vicepresidente. En ese mes, la polémica que suscitaron las declaraciones de Carlos Solchaga en las que pidió una ejecutiva socialista menos monolítica, y poco después la invasión de Kuwait por Irak contribuyeron a paralizar la iniciativa.

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