Reportaje:

Víctimas de su color

Los nigerianos del Castilla y del Rayo se sienten discriminados en España

Llegaron de Nigeria con el crédito de su fama en un país que vive una intensa pasión por el fútbol. Tres de ellos ingresaron en el Castilla: Ohen, Adepoju y Lawal. El cuarto, Wilfred Agbonvbare, recaló en el Rayo Vallecano. Ahora se enfrentan con el sectarismo y la discriminación. Escuchan insultos y burlas, incluso entre sus compañeros. Armados de paciencia, aguantan frases terribles -"Negro, vuelve a tu casa" o "esclavo hijo de puta"- mientras viven la nostalgia por su país de manera cada vez más apremiante y asumen desencantados que su juego es peor ahora que en Nigeria.

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Llegaron de Nigeria con el crédito de su fama en un país que vive una intensa pasión por el fútbol. Tres de ellos ingresaron en el Castilla: Ohen, Adepoju y Lawal. El cuarto, Wilfred Agbonvbare, recaló en el Rayo Vallecano. Ahora se enfrentan con el sectarismo y la discriminación. Escuchan insultos y burlas, incluso entre sus compañeros. Armados de paciencia, aguantan frases terribles -"Negro, vuelve a tu casa" o "esclavo hijo de puta"- mientras viven la nostalgia por su país de manera cada vez más apremiante y asumen desencantados que su juego es peor ahora que en Nigeria.

Wilfred, Ohen, Mutiu y Oladimeji habían alcanzado la gloria futbolística en su país como mejores jugadores de su selección pero querían más. A diferencia de otros muchos africanos que residen en España, ellos no entraron de forma clandestina. Tuvieron su pasaporte en regla desde el primer día. Todos llegaron a España el año pasado, pero no a la vez. El primero en venir fue curiosamente el más joven, Oladimeji, que cuenta 19 años. "Mi representante, Félix López, un español que trabaja en Nigeria, me vio jugar y me consiguió una prueba en el Real Madrid junto a Ndiika y Babaldia. Al final sólo yo conseguí quedarme".Ohen y Mutiu alcanzaron su sueño de jugar en España después de destacar de manera especial en el Mundial juvenil de Arabla Saudí de 1989, en el que se proclamaron subcampeones. El caso de Wilfred es distinto. El cancerbero del Rayo se pagó de su propio bolsillo un billete y viajó junto a otros dos compañeros Brichit y Odegrani, a Madrid. Probaron por el Rayo Vallecano y sólo Wilfred se quedó.

Hasta ahí no encontraron ningún problema, pero una vez se incorporaron a la disciplina de sus respectivos equipos, las dificultades comenzaron a aparecer. Cuando cuentan el recibimiento que le brindó la gente española no pueden ocultar su decepción. "Las aficiones de los equipos contrarios nos insultan siempre refiriéndose a nuestro color, igual que los jugadores rivales".

Pero para ellos lo peor ha sido la reacción de algunos de sus propios compañeros, que, según dicen, a veces pagan sus enfados con ellos y les dicen: "Negro, vuelve a tu casa", o "esclavo hijo de puta". Estas palabras no las consideran fruto de un momento caliente o una disputa normal, "son cosas que se tienen guardadas dentro y que se sueltan a la mínima ocasión".

Justifican estas reacciones por la juventud de sus companeros. "Son jóvenes que quieren jugar en el Madrid como nosotros, y nos dicen palabras muy injustas. Hay mucho pique y poca confianza. La verdad es que nos molestan mucho sus continuos chistes". El mayor, Wilfred, no le da tanta importancia: "Me hablan mal, pero no me importa; lo que me interesa es jugar".

No sólo reciben muestras de racismo en el mundo del fútbol, sino en España en general. "Aquí el racismo está muy arraigado. Si salimos por la calle la gente nos pide droga. Parece que se creen que todos los negros somos camellos. Además, si quieren droga te llaman hermano, si no te dicen mierda". Pero siempre dan la callada por respuesta y lo aceptan con cierto sentido del humor. "Si tuvieramos que saltar por cada insulto, nos estaríamos pegando todo el día. Tenemos mucha paciencia".

Analizando lo que les ocurre han llegado a una clara conclusión: "Lo mejor es quedarnos en casa y no salir".

Para ellos no deberían existir diferencias por la raza. "Si fuéramos blancos estaríamos más arriba. No es fácil triunfar siendo negros. Por ejemplo, nosotros no estamos bien pagados. Estamos convencidos que cobramos mucho menos que el resto de extranjeros que juegan en España", dicen.

Frío

Su vida en España, con todo, no se reduce a ese continuo padecer por el color de su piel. De hecho lo que peor llevan no es el racismo, sino "el tremendo frío". Otra de las diferencias que encuentran entre la vida nigeriana y la española son las comidas, completamente dispares. "Allí comíamos muchos plátanos, arroz blanco y otros frutos que no hay aquí. Lo más curioso es que en Nigeria el pescado era para las familias sin dinero, y en España es de los productos más caros", dicen. No se consideran supersticiosos, aunque sí profundamente religiosos. Wilfred y Ohen son católicos; Mutiu, musulmán; y Oladimeji, de creencia libre. Estaban acostumbrados a rezar en grupo antes de cada partido, y ahora se deben conformar con hacerlo en silencio individualmente. "Teníamos un ritual devoto característico. Pero no es vudú ni nada de lo que sale en las películas".Mientras repasan sus costumbres y se dan cuenta de su disparidad con la cultura española se vuelven a preguntar para lo que vinieron a Madrid. "Querernos llegar a uno grande. No vamos a estar para siempre en el Castilla y el Rayo". Los tres jugadores madridistas creen que su juego está empeorando, que su estancia en el filial merengue les perjudica, ya que no realizan jugadas que antes sí podían hacer. Por eso llegan a afirmar que no están a gusto, porque "hay cosas que no son justas". Wilfred sí está feliz en el Rayo, pero no duda en asegurar que si le quiere otro equigo se irá.

Pese a todo son optimistas respecto a su futuro. Están convencidos de su éxito. "Si no es en España será en otro país, y si no otra vez en Nigeria, donde nos consideran tan buenos jugadores como aquí se considera a Michel, Butragueño o Futre. La única diferencia que existe entre un fútbol y otro es que en el nuestro se piensa en el espectáculo, y en Europa sólo en ganar".

Pese a todo, consideran que están en mejor situación que algunos compatriotas "que abandonan Nigeria porque se creen que es más fácil trabajar en Europa que allí, cuando no es así". La conclusión más clara al repaso que han hecho de su vida en España, en donde llevan poco más de un año, es que en este país viven "mucho peor que en Nigeria".

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