Fuego en el techo de la ciudad

Cuatro edificios de Madrid se preparan para defender de las llamas a miles de trabajadores

EMMA ROIG El incendio que el 5 de octubre arrasó un lujoso gimnasio situado en la planta 29 de uno de los edificios más altos de Madrid, la Torre Europa, ha alertado de nuevo sobre la seguridad que ofrecen otros rascacielos a sus miles de ocupantes en caso de ser invadidos por las llamas. Ya que las estructuras suelen ser resistentes al fuego, los principales riesgos que hay que evitar en caso de incendio son el pánico de las masas y la muerte por inhalación de humo.

La Torre Picasso, calificada como edificio inteligente por su avanzado equipamiento, alberga a diario a más de 4.5...

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EMMA ROIG El incendio que el 5 de octubre arrasó un lujoso gimnasio situado en la planta 29 de uno de los edificios más altos de Madrid, la Torre Europa, ha alertado de nuevo sobre la seguridad que ofrecen otros rascacielos a sus miles de ocupantes en caso de ser invadidos por las llamas. Ya que las estructuras suelen ser resistentes al fuego, los principales riesgos que hay que evitar en caso de incendio son el pánico de las masas y la muerte por inhalación de humo.

La Torre Picasso, calificada como edificio inteligente por su avanzado equipamiento, alberga a diario a más de 4.500 personas. La Torre de Madrid, construida 39 años antes, en 1950, y con 25 metros menos de altura, acoge cada día el trasiego de más de 1.500 personas que trabajan en sus 32 plantas.El edificio España (1953), macroedificio de 80 metros de altura que entre hotel, viviendas y oficinas alberga a unas 2.100 personas, va a gastar 50 millones de pesetas para hacer pasarelas que comuniquen, a través del patio interior, los tres cuerpos del inmueble para facilitar su evacuación en caso de incendio.

Debido a que la arquitectura fue capaz de construir grandes edificios antes de que las ordenanzas contra incendios evolucionaran, estos dos rascacielos madrileños han tenido que adecuarse poco a poco a las normas, aunque, según un oficial de bomberos del departamento de prevención, "no se les puede exigir lo mismo que a los recién construidos, ya que estas ordenanzas no tienen efecto retroactivo".

El principal problema que tienen los rascacielos es que las escaleras de los bomberos pueden llegar a una altura máxima de

nueve plantas, ya que la más grande tiene 50 metros y un brazo articulado de 64 metros, a pesar de lo cual es difícil superar los 30 metros.

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En los edificios de viviendas más altos de Madrid, la Torre de Valencia y Torres Blancas, la compartimentación de sus plantas disminuye el riesgo de que el fuego se propague, al contrario que en los edificios de oficinas, cuyas superficies diáfanas facilitan la extensión de las llamas.

José Paz, jefe de la sección de inspecciones del departamento de prevención, explica cómo desde el Ayuntamiento se programa la revisión de extintores a menudo. A este departamento se envían para su visto bueno los respectivos planes de prevención de incendios de cada gran edificio. La ausencia de caminos de evacuación, de zonas estancas al humo y resistentes al fuego, y de bombeo de agua capaz de llegar hasta la cúspide, se castiga las dos primeras veces con sanciones económicas in significantes, aunque a la tercera puede decretarse la clausura.

El escaso control de seguridad contra incendios que existía antes de 1976 ha supuesto "fuertes inversiones" para adecuar los edificios antiguos a las diferentes ordenanzas que se promulgaron desde entonces. Así, se han tenido que colocar puertas cortafuegos de metal, iluminación de emergencia, megafonía y extinto res en todas las plantas.

Los edificios modernos afta den al sistema de los extintores salidas de agua que se ponen en funcionamiento en caso de fuego Para ello deben tener albercas capaces de recoger agua suficiente. Uno de estos depósitos de agua -el del nuevo edificio del Senado, que ha sido transformado en piscina de doble uso- ha generado una polémica de alcance nacional.

La Torre Picasso posee una estructura ignífuga, cuenta con detectores de incendio en todas las plantas, anillos de agua en el techo, cuatro escaleras de evacuación y extintores para proteger sus 42 plantas, todo centralizado en un ordenador central. La mejora de seguridad en los edificios inteligentes es la rapidez de detección de un incendio.

Los planes de seguridad antiincendios -en la Torre Europa, 5.000 sensores, repartidos en sus 32 plantas, controlan la temperatura para dar la alarma- contribuyeron, según Paz, a que este siniestro no acabara en catástrofe.

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