El canciller Vranitzky ofrece la continuidad del Gobierno de coalición en Austria

El canciller federal Franz Vranitzky, líder del Partido Socialista (SPOE) y gran triunfador de las elecciones legislativas celebradas el domingo en Austria, ofreció al Partido Popular la continuidad de la coalición. Sin embargo, rechazó categóricamente un Gobierno de concentración nacional, propuesto por el Partido Popular, y toda alianza con el Partido Liberal, de tendencia derechista.

El jefe del Estado, Kurt Waldheim, recibió ayer a Vranitzky, líder del partido más votado, para encomendarle la apertura de negociaciones para formar Gobierno. Las cúpulas de todos los partidos se re...

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El canciller federal Franz Vranitzky, líder del Partido Socialista (SPOE) y gran triunfador de las elecciones legislativas celebradas el domingo en Austria, ofreció al Partido Popular la continuidad de la coalición. Sin embargo, rechazó categóricamente un Gobierno de concentración nacional, propuesto por el Partido Popular, y toda alianza con el Partido Liberal, de tendencia derechista.

El jefe del Estado, Kurt Waldheim, recibió ayer a Vranitzky, líder del partido más votado, para encomendarle la apertura de negociaciones para formar Gobierno. Las cúpulas de todos los partidos se reunieron ayer para estudiar un resultado absolutamente inesperado y que plantea serios interrogantes sobre la formación del nuevo Gobierno. Las negociaciones para establecer una nueva coalición serán largas, según se prevé en Viena, y todas las opciones están abiertas. Aunque la continuidad de la coalición bajo Vranitzky entre socialistas y populares es la hipótesis más probable, el pánico que ha provocado en el Partido Popular la derrota puede provocar reacciones que hagan difícil o incluso imposible esta salida.El SPOE, al que se auguraban fuertes pérdidas, logró mantener su mayoría del 43% de los votos y ampliar en un escaño su presencia parlamentaria. El éxito electoral de los socialistas es, según coinciden todos los medios austriacos, un triunfo personal del canciller Vranitzky, que con su popularidad logró evitar que numerosos escándalos financieros de la di rección socialista tuvieran repercusiones electorales.

El gran perdedor

El gran perdedor de las elecciones fue el Partido Popular, que perdió 9 puntos y 16 diputados y pasa a tener tan sólo el 32% de los votos. La conmoción que provocó entre los democristianos este resultado, el peor que cosecha el partido desde la fundación de la Segunda República tras la Segunda Guerra Mundial, ha desatado ya los primeros conflictos internos sobre la oportunidad de mantener la coalición con el Partido Socialista y relevar al máximo dirigente, Josef Riegler.El Partido Liberal ha logrado casi doblar su presencia parlamentaria, de 18 a 33 diputados.

El miedo a una invasión de refugiados de un Este de Europa sumido en la catástrofe económica, la confusión desatada por el hundimiento del orden europeo de la posguerra, que cuestiona directamente la neutralidad austriaca, y la implicación de los dos partidos mayoritarios en el entramado de corrupción y privilegios que se ha desarrollado en esta sociedad proteccionista, han sido tres factores fundamentales para el éxito del FPOE.

Tras el inesperado resultado del domingo quedan todas las opciones abiertas. Los partidarios en el OEVP de volver a la oposición por temor a verse superados a medio plazo por los liberales se tendrán que enfrentar a los grandes intereses existentes por su firme implantación en las instituciones.

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Los partidarios de continuar en coalición con los socialistas deberán luchar contra el pánico que ya hoy produce la idea de una nueva legislatura con un Partido Liberal en la oposición capitalizando todos los problemas en la derecha del espectro político.

Ayer, el líder liberal, Jorg Haider se negó a descartar a EL PAÍS la posibilidad de una alianza entre el OEVP y sus liberales, alegando que consideraba casi segura la continuidad de la coalición socialista-democristiana.

Haider se negó asimismo a tolerar un Gobierno socialista de minoría parlamentaria. Una alianza entre Haider y los ahora derrotados democristianos se enfrentaría a un líder, Vraniztky, de altísimo nivel de popularidad, y a un partido, el socialista, contra el cual es difícilmente pensable pueda subsistir un Gobierno austriaco. Ante las necesarias reformas políticas y económicas, con el debate sobre integración en la Comunidad Europea en marcha y un vecino, Yugoslavia, que puede pronto ser un escenario bélico, parece inconcebible el gobernar en Austria contra los socialistas y los sindicatos.

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