Carrera de obstáculos

Los educadores se desgañitan para explicarles a los maestros de los colegios públicos la carrera de obstáculos a la que se tiene que enfrentar un niño de Los Focos, de La Celsa o del Cerro de la Mica para ir al colegio. "Se despiertan en una chabola, la madre tiene que coger el agua de una de las pocas fuentes que hay en estos barrios. Después, entre barro y basura van a esperar el autobús, que siempre tarda".En el consorcio aseguran que las compañías de autobuses se resisten a hacer esas rutas porque saben que son de gitanos y creen que les van a destrozar los autobuses, "pero está comprobado...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Los educadores se desgañitan para explicarles a los maestros de los colegios públicos la carrera de obstáculos a la que se tiene que enfrentar un niño de Los Focos, de La Celsa o del Cerro de la Mica para ir al colegio. "Se despiertan en una chabola, la madre tiene que coger el agua de una de las pocas fuentes que hay en estos barrios. Después, entre barro y basura van a esperar el autobús, que siempre tarda".En el consorcio aseguran que las compañías de autobuses se resisten a hacer esas rutas porque saben que son de gitanos y creen que les van a destrozar los autobuses, "pero está comprobado que se comportan ahí mejor que los niños payos. Después llegan tarde a clase y se encuentran con unos hábitos y un espacio ajeno a su modo de vida. Por supuesto, se encuentran también con la marginación de los niños, que no es poca. Yo les digo a los maestros de los colegios de San Blas que ellos y nosotros iríamos más sucios que los niños gitanos si tuviéramos sólo tres fuentes para 300 personas", afirma la gerente del consorcio Rosa Molina.

Más información
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Sobre la firma

Archivado En