Tribuna:

'Águedas'

Un lector me envía un recorte de El Norte de Castilla con la convocatoria "del tradicional concurso de las Águedas". Está organizado por Radio Popular de Valladolid con el inefable patrocinio de la Diputación Provincial, y consiste en premiar "los conocimientos culturales y las habilidades de las concursantes en materias relativas al hogar", todo ello con el sanísimo propósito de "destacar los valores de la mujer castellana", aunque no especifica cuáles son dichos valores ni en qué se diferencia exactamente el recio espécimen de Castilla de las otras modalidades patrias existentes, como...

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Un lector me envía un recorte de El Norte de Castilla con la convocatoria "del tradicional concurso de las Águedas". Está organizado por Radio Popular de Valladolid con el inefable patrocinio de la Diputación Provincial, y consiste en premiar "los conocimientos culturales y las habilidades de las concursantes en materias relativas al hogar", todo ello con el sanísimo propósito de "destacar los valores de la mujer castellana", aunque no especifica cuáles son dichos valores ni en qué se diferencia exactamente el recio espécimen de Castilla de las otras modalidades patrias existentes, como, por ejemplo, la mujer aragonesa, la extremeña o incluso la andaluza, aunque ya se sabe que esta última lleva bata de cola y suele estar adherida a un tiesto con geranios y a una reja.De entre las concursantes el jurado escoge seis águedas, tres de la capital y tres de la provincia, "para que el concurso resalte tanto los valores de la mujer urbana como los de la mujer rural de Valladolid", argumentan con verbo hermosísimo. Se ve que los organizadores tienen verdadera afición a clasificar a las señoras en órdenes varias, cual entomólogos del mujerío. Y, así, las hay de campo y de ciudad. Pero siguen sin explicarnos a qué valores se refieren y en qué lugar de nuestra esencia femenina están hincados.

El concurso es en honor de santa Águeda, una mártir de "virtudes intachables" que prefirió la amputación de un pecho a ser seducida por Quinciano. Teniendo en cuenta tan típica y agradable historia ejemplar, por lo demás modernísima, porque sólo se remonta al siglo III, una puede suponer el tipo de valores -de campo y de ciudad- en los que andan pensando. Qué empecinamiento el de estos tipos en seguir creando águedas y rebanando metafóricos pechos. Pero sus rancias obsesiones ya no engañan a nadie. Porque hoy todos sabemos que las chicas buenas van al cielo. Pero las malas van a todas partes.

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