Cansado de ser ministro

Fernández Ordóñez resiste las presiones del presidente Felipe González para que siga en el cargo

¿A la tercera va la vencida? La pregunta recorre los pasillos del palacio de Santa Cruz, sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, donde los colaboradores del ministro Francisco Fernández Ordóñez se preguntan si el jefe de la diplomacia española resistirá el tercer embate del presidente Felipe González para que permanezca en el cargo. Un cargo al que aspira el ministro de Defensa, Narcís Serra.

Operado de próstata en 1988 y de un pólipo intestinal maligno en julio pasado, Fernández Ordóñez ha repetido hasta la saciedad que se va, que abandona la política, y, parafraseando al poeta Pabl...

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¿A la tercera va la vencida? La pregunta recorre los pasillos del palacio de Santa Cruz, sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, donde los colaboradores del ministro Francisco Fernández Ordóñez se preguntan si el jefe de la diplomacia española resistirá el tercer embate del presidente Felipe González para que permanezca en el cargo. Un cargo al que aspira el ministro de Defensa, Narcís Serra.

Operado de próstata en 1988 y de un pólipo intestinal maligno en julio pasado, Fernández Ordóñez ha repetido hasta la saciedad que se va, que abandona la política, y, parafraseando al poeta Pablo Neruda, suele añadir: "Sólo sé que no he vivido". Ahora, a sus 59 años, tiene intención de hacerlo, dedicando tiempo a cuidarse, a leer, a escribir, a su bufete de abogado, y -confiesa- a aburrirse.A gusto con un ministro que le ha llevado al día los grandes temas de la política exterior sin restarle protagonismo, González se empeña en no separarse de él, y su primer gran embate para convencerle de que permaneciese en el puesto tuvo lugar el lunes 21 de agosto. Ese día se autoinvitó a cenar en el chalé de Fernández Ordóñez en Puerta de Hierro, cuando entre el coto de Doñana (donde pasaba sus vacaciones) y Asturias (adonde iba a despedir al Papa Juan Pablo II) hizo escala una noche en Madrid.

La cena fue un pulso entre Mari Paz, la esposa del ministro (deseosa de que su marido descanse, se recupere y se aparte de la política), y González. Fernández Ordóñez estaba aún convaleciente, y, ante las pronunciadas ojeras de su marido, fue fácil para la señora de la casa derrotar al presidente del Gobierno. Pero el jefe del Ejecutivo no se dio por definitivamente vencido.

Esquivó a Mari Paz y volvió a la carga a solas con su ministro, ya rebosante de energía, el 6 de noviembre, la víspera de su viaje oficial a Hungría. Pero la respuesta fue inflexible: "Presidente, me tienes a tu disposición para lo que quieras, excepto para seguir en el cargo". Ante tan tajante contestación, González acabó reconociendo en Budapest frente o, la Prensa que, muy a su pesar, deberá prescindir en el nuevo Gobierno de su ministro de Exteriores, mientras Fernández Ordóñez bromeaba con los periodistas sobre la necesidad de aprender catalán para entenderse con su más probable sucesor, Narcís Serra.

La vertiginosa transformación de Europa del Este, con el derribo del muro de Berlín, ha artimado a González a desencadenar una tercera y última ofénsiva en torno a la cumbre que celebraron ayer en París los jefes de Estado y de Gobierno de los doce. Para hacerle cambiar de opinión, el jefe del Gobierno dispone ahora de nuevos argumentos, los mismos que empleó el ministro irlaindés de Asuntos Exteriores, Gerard Collins, en el vuelo que hizo con Fernández Ordóñez hace una semana de Túnez a El Cairo.

Nerviosismo

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Collins, que es nuevo en el oficio de ministro, preguntaba sorprendido a su homólogo español cómo podía abandonar el puesto a petición propia cuando el mapa de Europa estaba cambiando, cuando ya nada iba a ser como antes en el Viejo Continente. "¿Va a renunciar usted ahora a ser testigo privilegiado, e incluso protagonista, del cambio histórico?". Y, aunque sigue asegurando que su decisión es irrevocable, Fernández Ordóñez coptesta cada vez con más nerviosismo a la pregunta, como si no quisiera volver a planteársela a si mismo.El nerviosismo parece haberse contagiado al principal aspirante a heredar la dirección de la política exterior española Narcís Serra, que compite para el cargo con, entre otros, Javier Solana (actual titular de Educación), que acompañó a los Reyes en su reciente visita a Polonia en sustitución de Fernández Ordóñez, aquejado entonces de una cistitis. Un colaborador del ministro de Defensa reconocía que hasta ahora, para el ex alcalde de Barcelona, la "mejor información que se puede proporcionar a la Prensa es que no haya información".

Pero el lunes pasado, en Bruselas, Serra debió pensar que para postular al cargo con más posiblidades de éxito debía mejorar su imagen, y decidió dar una noticia... y metió espectacularmente la pata. Sin precisar que la daba off the record, es decir, pidiendo no ser citado, el ministro anunció al término de una reunión de la Unión de Europa Occidental ante las cámaras de televisión y los micrófonos que dentro de cinco días se iba a celebrar una cumbre extraordinaria de los líderes de la CE para analizar la evolución del este de Europa.

La convocatoria del Consejo Europeo no había sido hecha pública aún por la presidencia francesa de la CE, a la que le correspondía anunciarlo. El ministro francés de Exteriores, Roland Dumas, no ocultó en Bruselas su disguto por la indiscreción, y, una hora después, un comunicado del Palacio del Elíseo confirmaba la cita de ayer en París. "A Serra le hierve la sangre", afirmó un diplomático español al enterarse del desliz del titular de Defensa.

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