Encuentro en Roma del primado de la Iglesia anglicana con Juan Pablo II

Juan Pablo II y el primado de la Iglesia anglicana, arzobispo Robert Runcie, iniciaron ayer en Roma cuatro días de conversaciones que tienen por objetivo acercar a ambas confesiones, separadas y enfrentadas desde hace cinco siglos. El encuentro entre ambos ha suscitado protestas entre los anglicanos más puristas, que acusan al arzobispo de Canterbury de entreguismo al obispo de Roma.Runcie llegó ayer a Roma y lo primero que hizo fue orar por la reconciliación entre las iglesias católica y anglicana. En el aeropuerto londinense de Heathrow había dejado a un grupo de fieles conservado...

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Juan Pablo II y el primado de la Iglesia anglicana, arzobispo Robert Runcie, iniciaron ayer en Roma cuatro días de conversaciones que tienen por objetivo acercar a ambas confesiones, separadas y enfrentadas desde hace cinco siglos. El encuentro entre ambos ha suscitado protestas entre los anglicanos más puristas, que acusan al arzobispo de Canterbury de entreguismo al obispo de Roma.Runcie llegó ayer a Roma y lo primero que hizo fue orar por la reconciliación entre las iglesias católica y anglicana. En el aeropuerto londinense de Heathrow había dejado a un grupo de fieles conservadores que protestaban contra su visita y le acusaban de "haber perdido la cabeza ante el papado". El detonante de esta reacción habían sido unas declaraciones de Runcie a la revista católica italiana Il Regno en las que aseguraba que los anglicanos están comenzando a reconocer y a aceptar la primacía universal" del obispo de Roma.

Para muchos anglicanos -tan celosos de su libertad como recelosos de centralismo que el Papa encarna- esas palabras van mucho más allá de lo tolerable. Los más extremistas las ven como una traición a los principios por los que el reformista arzobispo de Canterbury Thomas Cranmer murió en la pira hace 500 años.

El grueso de la conversaciones con Juan Pablo II comenzará hoy y con ellas se tratará de poner en marcha el proceso de acercamiento parado desde el verano pasado, cuando los anglicanos se mostraron incapaces de evitar la consagración de mujeres como obispos, un paso adelante en dirección contraria a Roma de una comunión que ya acepta la presencia mujeres en el ministerio sagrado.

Juan Pablo II y Robert Runcie rezarán hoy juntos en la iglesia de San Gregorio, desde donde San Agustín fue enviado a convertir a los bárbaros que habitaban la actual Inglaterra, y mañana el arzobispo de Canterbury asistirá a una misa oficiada por el Papa, con el que intercambiará la señal de la paz aunque sin recibir la comunión. La visita del primado de la Iglesia de Inglaterra es devolución de la que en 1982 realizó Juan Pablo II a Canterbury.

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