Tribuna:

Animales

La epidemia de la peste equina no ha llegado sola. Como todas las ¡desgracias, viene acompañada de vacas castellano-leonesas enfermísimas y ya devoradas por el apetito nacional y de las noticias sobre el cierre de mataderos en el norte por no reunir los requisitos exigidos por la CE. Por lo visto, los requisitos, para serlo, han de venir de la CE, no de los consumidores españoles, que hasta la entrada en la CE podíamos ser abastecidos como les saliera de la entrepierna a los responsables de los mataderos, entre ellos a algunos señores veterinarios. Y he aquí una figura profesional muy interesa...

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La epidemia de la peste equina no ha llegado sola. Como todas las ¡desgracias, viene acompañada de vacas castellano-leonesas enfermísimas y ya devoradas por el apetito nacional y de las noticias sobre el cierre de mataderos en el norte por no reunir los requisitos exigidos por la CE. Por lo visto, los requisitos, para serlo, han de venir de la CE, no de los consumidores españoles, que hasta la entrada en la CE podíamos ser abastecidos como les saliera de la entrepierna a los responsables de los mataderos, entre ellos a algunos señores veterinarios. Y he aquí una figura profesional muy interesante a la que convendría examinar de cerca ante tanto caballo apestado, vaca enferma o matadero tercermundista que se les escapa. O algunos salen muy mal formados de las escuelas de veterinaria o de tanto estudiar padecen toda clase de enfermedades oculares.Un diputado del PSOE, cuando estaba en la oposición, pronunció una frase genial, de las mejores frases quejamás se hayan pronunciado en el Parlamento español: "No hay en España suficientes campos de trigo para hacer el pan necesario para tanto chorizo como anda suelto". La responsabilidad ante tanto animal enfermo hay que repartirla entre las persona, no entre los animales: entre los políticos dedicados a la salud pública, empresarios, ganaderos, veterinarios y comerciantes que al traficar con carne animal en malas condiciones están traficando en realidad con carne humana. Toda esta gente se convierte en un peligro ecológico y público, en el país de Europa peor preparado para defenderse de los peligros que le entran por la boca, por las narices, por las orejas, y no sigo enumerando otros accesos, pero que conste que todos, absolutamente todos, están en peligro.

Esto no funciona. Una cosa es que no se pueda telefonear sin sufrir un ataque de nervios y otra que no te puedas comer una molleja sin jugarte la vida.

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