Editorial:

La Europa 'verde'

EN LA reciente junta de accionistas de la empresa Montedison -cuyas fábricas químicas figuran entre las más contaminantes de Italia- ha ocurrido un hecho sin precedentes: un grupo de dirigentes ecologistas, poseedor de un número reducido de acciones, propuso que no se pagase el dividendo este año y que los 150.000 millones de liras previstos a tal fin se dedicaran a depurar la atmósfera de las zonas contaminadas por la multinacional italiana. Todo ello lo hicieron dentro del protocolo de cualquier junta de accionistas: con corrección e ideas técnicamente bien elaboradas sobre la marcha de la e...

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EN LA reciente junta de accionistas de la empresa Montedison -cuyas fábricas químicas figuran entre las más contaminantes de Italia- ha ocurrido un hecho sin precedentes: un grupo de dirigentes ecologistas, poseedor de un número reducido de acciones, propuso que no se pagase el dividendo este año y que los 150.000 millones de liras previstos a tal fin se dedicaran a depurar la atmósfera de las zonas contaminadas por la multinacional italiana. Todo ello lo hicieron dentro del protocolo de cualquier junta de accionistas: con corrección e ideas técnicamente bien elaboradas sobre la marcha de la empresa.El acontecimiento merece una reflexión porque profundiza en un nuevo fenómeno político cuyo peso electoral crece en nuestro continente. A la ideología marxista basada en la lucha de clases se agrega ahora una contestación distinta: la protección de la sociedad en su conjunto, y de la naturaleza, contra los efectos contaminantes de algunas actividades productivas. La conciencia de que en el mundo de hoy ya no es viable "el desarrollo por el desarrollo" y de que la ecología tiene que ser dominante en toda política económica se ha extendido considerablemente. Lo han puesto de relieve las elecciones europeas, en las que el aumento de los votos verdes ha sido un rasgo sobresaliente. El grupo de los verdes en el Parlamento de Estrasburgo va a doblar casi sus miembros.

A pesar de ello, es exagerado identificar en exclusiva el movimiento de los verdes con la preocupación por la ecología. Ésta existe en otros partidos, aunque no la identifiquen con la contradicción principal. Por otra parte, en su primera etapa, sobre todo en la RFA, los verdes tenían tres objetivos esenciales: el pacifismo, el feminismo y la ecología. Hoy, con el nuevo clima internacional y los avances hacia el desarme en el ámbito de los Gobiernos, los movimientos pacifistas han perdido parte del nervio que tuvieron en otra época. El feminismo ha extendido su influencia en modos muy diversos, incluso en los partidos tradicionales. En cambio, la ecología se ha convertido en el eje central de la política de los verdes, sobre todo al extenderse el movimiento a nuevos países.

Como es lógico, en un movimiento que se halla en su etapa inicial existen discrepancias en su seno. Ello ha provocado la presentación de listas electorales distintas en algunos países como Italia y España. En el caso español, la dispersión impidió a los verdes alcanzar el mínimo necesario para tener un diputado. Entre tanto, la experiencia alemana occidental es interesante: después de una etapa de predominio de los fundamentalistas, enemigos de cualquier compromiso, han tomado la dirección del partido los realistas, gracias a lo cual han entrado en coaliciones de gobierno municipal en dos ciudades tan importantes como Berlín y Francfort. En Italia, Bettino Craxi propone que entren en el futuro Gobierno.

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Durante mucho tiempo, Francia y el Reino Unido parecían impermeables a la influencia de los verdes. Por eso mismo, el avance sustancial que han obtenido en ambos países en las elecciones europeas ha causado enorme sorpresa. En Francia, con el 9% de los votos y nueve diputados en Estrasburgo, superan a un partido con profundas raíces históricas como el comunista. En el Reino Unido, con cerca del 15% de los votos, se convierten en el tercer partido, por delante de liberales y socialdemócratas. Han obtenido en Francia y el Reino Unido porcentajes superiores al que tienen en la RFA. Ello confirma la importancia y extensión europea del fenómeno. Es hora ya de considerar a los verdes, al lado de conservadores, centristas, socialistas y comunistas, como una de las grandes corrientes de la política europea contemporánea, cuyo papel será esencial para que su fundamento ideológico -la ecología- no sea olvidado en las próximas etapas de un progreso tecnológico que se profetiza impresionante.

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