Tribuna:

¿De quién son las noticias?

Las noticias son de quien las difunde. Esta afirmación es, como casi todas, una verdad a medias. Las noticias suelen tener un autor, un proceso de elaboración en el propio medio, y en algunos casos llegan al público por un medio de comunicación distinto al que las ha producido. Es el caso de las noticias que generan las agencias de prensa, lo que a veces provoca confusiones sobre la paternidad de la noticia.En las últimas semanas, el diario EL PAÍS ha recibido quejas: una oficial de la mano del director de información de la agencia Efe, Miguel Ángel Aguilar, y otra privada de un corresponsal d...

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Las noticias son de quien las difunde. Esta afirmación es, como casi todas, una verdad a medias. Las noticias suelen tener un autor, un proceso de elaboración en el propio medio, y en algunos casos llegan al público por un medio de comunicación distinto al que las ha producido. Es el caso de las noticias que generan las agencias de prensa, lo que a veces provoca confusiones sobre la paternidad de la noticia.En las últimas semanas, el diario EL PAÍS ha recibido quejas: una oficial de la mano del director de información de la agencia Efe, Miguel Ángel Aguilar, y otra privada de un corresponsal de la misma agencia en Londres sobre el uso indebido que de su servicio de noticias ha realizado el diario.

En el primer caso se trataba de una crónica de la oficina de Efe en Ginebra, que apareció publicada en la sección de Inter nacional del diario, firmada con el genérico Agencias, cuando en realidad la noticia procedía de una sola agencia informativa. En el segundo caso, una crónica de la oficina de Londres se convirtió, con ligeros retoques formales, en la sección de Economía y Trabajo, en una crónica que a apareció datada y firmada como EL PAÍS, Madrid. En ambos casos, que no son los únicos, se infringió el Libro de estilo.

Este código interno del diario obliga a que "cuando la noticia proceda de una sola agencia informativa y no se confirme o amplíe con medios propios se citará siempre la agencia, aunque el texto del teletipo haya sufrido retoques que no afecten al fondo de la información". Y añade: "Es inmoral apropiarse de noticias cuya paternidad es de otros".

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El genérico Agencias se reserva para "aquellas noticias que son difundidas por más de dos agencias". Sin embargo, el Libro de estilo especifica que "el nombre de la fuente debe figurar en el texto cuando se trate de datos no recogidos por las restantes agencias".

El respeto escrupuloso de este código no es sólo una obligación moral por la propiedad intelectual de la noticia, sino el aval de lo que se afirma en ella. Cada medio tiene su propia credibilidad, y el lector avezado sabe calibrar esas diferencias. El diario EL PAÍS cuenta, aparte de las noticias, crónicas y reportajes que genera su propia plantilla de periodistas y colaboradores, con tres tipos de fuentes de información. Los servicios generales de noticias -que reciben otros medios impresos o audiovisuales-, los servicios de noticias contratados en exclusiva para España, y un modelo, de reciente creación, que es el de información compartida con tres diarios europeos de reconocido prestigio.

Los servicios generales que recibe el diario son los de las agencias españolas Efe y Europa Press, la francesa France Press, la británica Reuter, la alemana DPA y el Inter Press Service (IPS).

Entre los servicios en exclusiva para España, el diario recibe los servicios de noticias del New York Times, el servicio de noticias de ciencia del mismo diario neoyorquino, del Washington Post, Los Angeles Times, del diario francés Le Monde, del dominical británico The Observer y del semanario norteamericano Time.

El sistema de información compartida ha comenzado recíentemente a funcionar. "Se trata de un mercado común de la información entre EL PAÍS, el diario de Londres The Independent, La Repubblica, de Roma, y el Suddeutsche Zeitung, de Múnich, de acuerdo con el cual todo lo que produzca cada una de las cuatro redacciones es material informativo común de cada uno de nosotros, sin que medie la relación económica propia de un servicio. De esta forma, podemos publicar simultáneamente entrevistas, informaciones, artículos, etcétera, realizados por cualquiera de las cuatro redacciones", afirma Miguel Ángel Bastenier, subdirector responsable de este servicio.

Aranguren dijo no

La sección Cartas al Director es una de las más leídas de este díario. Los lectores no sólo expresan opiniones en sus cartas, sino que a veces hacen afirmaciones y se equivocan. Es el caso de Salvador Montoro Gómez, que en su carta, publicada el pasado 28 de junio, aseguraba que José Luis Aranguren firmó, junto con otros intelectuales, un manifiesto "pidiendo el voto afirmativo en el referéndum del 12 de marzo de 1986, para la permanencia de España en la OTAN".

José Luis Aranguren no sólo no firmó el documento de los intelectuales a favor del sí a la Alianza, sino que suscribió un documento contra la perinanencia de España en la OTAN (véase EL PAÍS del 19 de febrero de 1986).

La selección de las cartas que se publican corresponde a la sección de Opinión. Eduardo San Martín, subdirector, admite que, efectivamente, en este caso se produjo un error elemental "Todos los datos que aparecen en el periódico, incluidos los de las cartas remitidas por los lectores, deben ser comprobados. En el caso en cuestión no se hizo, y se incurrió en una falta de rigor básica".

Sexo y publicidad

Los publicitarios pulsan a menudo el resorte emocional del sexo para azuzar la ansiedad consumista de la ciudadanía. Erotismo grueso o ambiguo, la publicidad ofrece hoy día raciones abundantes en apoyo de los productos más insospechados. Los textos del marqués de Sade no son, sin embargo, de uso corriente en la publicidad. Un anuncio que sí los emplea -el de la película francesa La lectora, publicado el pasado 28 de junio en las páginas de Agenda- ha provocado la indignación de una lectora. María Soria y Puig ha escrito al director de El PAÍS para dejar constancia de la "náusea" que le produce este periódico.

"Ya es de todos conocido el afán lucrativo que lo anima y los éxitos comerciales que acompañan ese afán, pero el anuncio de no sé qué película ha colmado el vaso. Con un "¡mira lo que compras!" me he sentido avergonzada ante mis hijos. La libertad de expresión no tiene nada que ver con esa pornografía (aunque sea de Sade) puesta así al alcance de niños y adolescentes que, pese a ustedes, aún creen en el amor y la belleza", afirma la lectora. "¿No ejercen ustedes alguna selección de tipo moral en sus anuncios de películas ni en los otros que fomentan la prostitución para yuppies y degenerados?". Y concluye: "Tantos años en espera de una democracia limpia y recibimos tanta basura. ¡Basta!".

La capacidad perturbadora del sexo, como refleja la protesta de la lectora, se mantiene en algunos sectores de la sociedad española. La publicidad, al igual que el resto de los textos e imágenes que se publican en el diario, no se selecciona con los criterios morales que rigen en la conducta individual y privada de las personas. Los diarios son reflejo de la sociedad en la que viven, y recogen diariamente suficientes tragedias cotidianas -asesinatos, guerras, corrupción- para astillar el alma del adulto más curtido.

Para comunicarse directamente con el ombudsman, los lectores pueden llamar al teléfono 754 45 53, de Madrid.

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