Cartas al director

Sueldo presidencial

Soy un alumno de periodismo de segundo curso. Mientras hago la carrera trabajo como redactor en la revista Nuestro Tiempo.

Hace unos días me encontraba escribiendo en mi sección sobre los sueldos de los presidentes de los Gobiernos. Tenía el del presidente de la RFA, el de Francia, el del presidente de EE UU, etcétera, pero me faltaba el del señor González.

En un alarde de ingenuidad pensé que todo sería cuestión de llamar a la Oficina del Portavoz del Gobierno. Así lo hice y me llevé la sorpresa de ser contestado: "Eso es lo que quisiéramos saber todos". Sin embargo, esta...

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Soy un alumno de periodismo de segundo curso. Mientras hago la carrera trabajo como redactor en la revista Nuestro Tiempo.

Hace unos días me encontraba escribiendo en mi sección sobre los sueldos de los presidentes de los Gobiernos. Tenía el del presidente de la RFA, el de Francia, el del presidente de EE UU, etcétera, pero me faltaba el del señor González.

En un alarde de ingenuidad pensé que todo sería cuestión de llamar a la Oficina del Portavoz del Gobierno. Así lo hice y me llevé la sorpresa de ser contestado: "Eso es lo que quisiéramos saber todos". Sin embargo, esta señorita tuvo la gentileza de pasarme con una secretaria. Ésta, pese a mis buenos modales, me contestó enfadada que lo que tenía que hacer era llamar al Ministerio de Economía y Hacienda. Llamé varias veces a lo largo de esa tarde y comunicaban los dos teléfonos. Viendo la esterilidad de mis esfuerzos, llamé a la Dirección General de Cooperación Informativa. Me dijeron que no sabían nada, pero que me pasarían con otro teléfono. Se puso otra señorita, que me dijo que tenía que llamar a la Secretaría del Gobierno. Llamé y me dijeron que no me lo podían decir porque no lo tenían, pero que era una cosa públ¡ca". Me dieron otro teléfono y llamé. Una secretaria me dijo que no lo sabía, pero aunque lo supiera "no estaba autorizada a decirlo". Le dije que yo tenía entendido que era una " cosa pública", y ella me dijo que había mucho ruido en el teléfono y que me oía muy mal. Le agradecí cortésmente sus servicios y me fui a la biblioteca a buscar en el BOE el sueldo de don Felipe.

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Él se lo merece todo y no voy a privarle de que esté junto a los otros máximos mandatarios y a sus respectivos sueldos por el simple hecho de que la Oficina del Portavoz se haya quedado muda. Quizá todo fuera un ataque de afonía que ya habrá caído en el olvido. ¿Quién sabe?-

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