Editorial:

... y la guerra

EN FLAGRANTE contradicción con un movimiento que, como la intifada, simboliza una valerosa aspiración de paz y libertad, y con las expectativas de hallar una solución negociada y pacífica al problema de Oriente Próximo, el presidente del Parlamento iraní, Hachemi Rafsanyani, ha hecho un llamamiento a favor de una campaña indiscriminada de terror contra ciudadanos occidentales. Precisando la amenaza, el hoyatoleslam ha considerado conveniente que cinco ciudadanos norteamericanos, británicos o franceses sean asesinados en cualquier lugar del mundo por cada palestino que caiga vícti...

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EN FLAGRANTE contradicción con un movimiento que, como la intifada, simboliza una valerosa aspiración de paz y libertad, y con las expectativas de hallar una solución negociada y pacífica al problema de Oriente Próximo, el presidente del Parlamento iraní, Hachemi Rafsanyani, ha hecho un llamamiento a favor de una campaña indiscriminada de terror contra ciudadanos occidentales. Precisando la amenaza, el hoyatoleslam ha considerado conveniente que cinco ciudadanos norteamericanos, británicos o franceses sean asesinados en cualquier lugar del mundo por cada palestino que caiga víctima de la represión israelí en Cisjordania. Ni los mayores enemigos de la causa palestina podrían haber imaginado un mejor sistema de reforzar las posiciones de los sectores más intransigentes del Estado de Israel, opuestos a esa solución negociada que la intifada ha hecho posible y que la presión de numerosos países occidentales está convirtiendo en probable.Rafsanyani lleva una semana incitando a matar y a morir asesinando, prometiendo así un hipotético paraíso a una ciudadanía a la que en el más acá no puede ofrecer sino el infierno de la vida cotidiana. Cualesquiera que sean las razones internas al régimen iraní que puedan aducirse como explicación de ese alarde de fanatismo del número dos de Teherán, la flecha por él lanzada a ciegas no puede dejar de alcanzar al corazón del jomeinismo. Después de esto, ¿cómo no abrigar las más serias dudas sobre la participación de las autoridades iraníes en los más oscuros episodios del terrorismo internacional de la última década, pese a las protestas de inocencia reiteradas por esas mismas autoridades?

Que España no haya sido incluida en la lista de condenados no debe amparar pasividad alguna de nuestra diplomacia. Desde su condición de país que preside la CE, y en nombre de los principios de civilidad y humanidad, España debe tomar las iniciativas precisas para combatir este nuevo delirio del régimen teocrático de Jomeini.

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