Beirut, vuelta a empezar

El control de los puertos, detonante de la actual guerra entre cristianos y musulmanes

"Beirut, mil veces muerta y mil veces vuelta a nacer". El cartel elaborado para la temporada turística de 1975, que se refería a varios seísmos sufridos por la entonces tranquila ciudad levantina, tiene hoy una lectura muy distinta. En la foto, una imagen ya imposible de los grandes hoteles de la cornisa beirutí. No hubo vacaciones en Líbano ese verano. El 13 de abril, hace casi justo 14 años, estalló la guerra. Desde entonces, la capital libanesa ha sufrido un proceso de autodestrucción irreversible, pero sus habitantes han renacido una y mil veces de entre los escombros y las cenizas.
...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

"Beirut, mil veces muerta y mil veces vuelta a nacer". El cartel elaborado para la temporada turística de 1975, que se refería a varios seísmos sufridos por la entonces tranquila ciudad levantina, tiene hoy una lectura muy distinta. En la foto, una imagen ya imposible de los grandes hoteles de la cornisa beirutí. No hubo vacaciones en Líbano ese verano. El 13 de abril, hace casi justo 14 años, estalló la guerra. Desde entonces, la capital libanesa ha sufrido un proceso de autodestrucción irreversible, pero sus habitantes han renacido una y mil veces de entre los escombros y las cenizas.

Estos días, un nuevo estallido de violencia intercomunitaria restringe su existencia a las cuatro paredes de sótanos y refugios, pero, de nuevo, los beirutíes atisban el menor signo de calma para salir de sus escondites y volver a la vida.La tregua propuesta por el comité de buenos oficios de la Liga Árabe, aunque no aceptada abiertamente por ninguna de las partes, ha permitido un respiro a la población civil. Tras tres semanas de combates feroces e ininterrumpidos entre musulmanes y cristianos -"los peores de toda la guerra", según muchos testimonios-, el pasado jueves amaneció inusitadamente silencioso. Los obuses no han dejado de caer, pero su cadencia se ha hecho más pausada desde entonces. En esta nueva fase de la guerra civil libanesa, que hace tan sólo un par de meses se creía en sus últimos rescoldos, el fuego de los cañones se ha ensañado con la zona este de Beirut, el sector de mayoría cristiana de la capital, al que desde el otro lado de la Línea Verde siempre se ha mirado con una cierta envidia.

Cuando, después de dos años de relativa calma, los libaneses aún no se habían acostumbrado a no ser noticia de primera página en todos los periódicos del mundo, la guerra ha vuelto a renacer sobre sus propias ascuas.

Dos gabinetesBastó que el pasado día 6 de marzo, el general Michel Aun, jefe de uno de los dos Gobiernos que se disputan el poder Ejecutivo, diera orden a sus fuerzas de bloquear todos los puertos piratas que salpican la costa libanesa, para,que las milicias que apoyan al Gabinete rival, con la ayuda de Siria, mentaran a Alá y otros argumentos más materiales, y todos se enzarzaran en un descabellado intercambio de artillería. Una semana más tarde, el general Aun acusaba a Damasco de haberse implicado directamente en los combates y proclamaba el "inicio de la guerra de liberación contra la ocupación siria". A estas alturas, ya se han producido al menos 150 muertos y varios centenares de heridos.

"Si no estuviera Irak detrás, no hubieran ido tan lejos", asegura Adnan Zaka, un periodista libanés que desde hace tiempo vive y trabaja en El Cairo. Otros creen en las buenas intenciones de un general Aun deseoso de reunificar de una vez por todas el país, pero que no supo calcular el alcance de la reacción de sus enemigos. Sea como fuere, estos combates han añadido otra dosis de escepticismo y desesperanza sobre la viabilidad de un país completamente desmembrado.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

A los ojos del extranjero, da la impresión de que el olor de la pólvora y el ruido de las balas ejercieran un extraño e incomprensible atractivo sobre los libaneses. Las menciones al honor, la legalidad y el derecho son sólo retórica en un Estado que carece de autoridad efectiva. Los puertos constituyen la principal fuente de ingresos de las innumerables milicias que se dividen el minúsculo país de los cedros como si de un pastel se tratara. La entrada de dinero no se limita sólo a tasas aduaneras o de carga y descarga. Éstas constituyen apenas una mínima parte de los espectaculares ingresos que el tráfico de armas y drogas dejan a los diferentes guardianes.

Negocios paralelos Líbano viene siendo, incluso desde antes del estallido de su guerra civil en abril de 1975, el gran centro de los negocios paralelos de la zona. Algunos testigos aseguran que sólo en el valle de la Bekaa, al este del país, hay más de 300 laboratorios de de puración de heroína. Imposible de comprobar. La región, teóricamente bajo control sirio, es una de las más peligrosas del mundo, especialmente cuando se tiene aspecto de extranjero. Ante la ausencia de verdaderos partidos políticos -en el sentido democrático occidental-, los diferentes grupos han adoptado la bandera de la religión y explotado las diferencias sociales y económicas de las distintas comunidades para enfrentarlas. En medio del caos, las fronteras entre la legalidad y la ¡legalidad se diluyen. La cruz grabada en las muñecas, el velo negro, la estampita del Sagrado Corazón o la, pegatina de Alá Akbar (Dios es grande) adherida al cristal del coche son sólo símbolos para reforzar la conciencia comunitaria, en un país !in identidad nacional.

"Sólo un acuerdo entre los libaneses puede resolver la crisis en Líbano", coincidían en señalar hace unas semanas los embajadores de Estados Unidos y la Unión Soviética en Beirut. El problema es que los libaneses, sumidos en un mar de intoxicaciones y mentiras, se siguen creyendo víctimas de terribles complós internacionales entre las grandes potencias y sus vecinos. El problema es que los libaneses se desconocen, se temen y se ignoran entre ellos. Como consecuencia, los libanese; esperan que la solución venga de Washington, de Moscú, de Damasco, de Tel Aviv, o del cielo.

Sobre la firma

Archivado En