Los comumistas checos ratifican su línea antirreformista

El Partido Comunista de Checoslovaquia (PCCh) ha ratificado su línea antirreformista y su decisión de rechazar el diálogo y combatir el creciente movimiento de oposición. El pleno del Comité Central del PCCh concluyó en Praga sin indicio alguno de cambio en la línea ortodoxa y represiva que mantiene y cuyo último exponente fue la condena a prisión del dramaturgo Vaclav Havel por participar en una manifestación en enero pasado.

El esperado relevo del jefe del Estado, Gustavo Husak, aquejado de una grave dolencia cerebral, no se produjo. Sin embargo, tras este pleno del comité central par...

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El Partido Comunista de Checoslovaquia (PCCh) ha ratificado su línea antirreformista y su decisión de rechazar el diálogo y combatir el creciente movimiento de oposición. El pleno del Comité Central del PCCh concluyó en Praga sin indicio alguno de cambio en la línea ortodoxa y represiva que mantiene y cuyo último exponente fue la condena a prisión del dramaturgo Vaclav Havel por participar en una manifestación en enero pasado.

El esperado relevo del jefe del Estado, Gustavo Husak, aquejado de una grave dolencia cerebral, no se produjo. Sin embargo, tras este pleno del comité central parecen descartados cambios personales que pudieran implicar modificaciones políticas hacia una liberalización del régimen. El jefe del partido Milos Jacas manifestó que "en algunos aspectos también nos inspiran" lo que calificó de cambios revolucionarios" en la URSS. Sin embargo, dicho esto presentó un informe al comité central que es un perfecto exponente del inmovilismo y la ortodoxia brezneviana.Jacas reiteró la vigencia del documento Las enseñanzas de la crisis, emitido por el partido en 1970, que es la guía de la normalización y de la represión de toda disidencia tras la invasión de Praga por Ejércitos del Pacto de Varsovia y el aplastamiento (e laprimavera de Praga en 1968. Según el jefe del partido, disidentes, oposición y críticos son todos "enemigos del socialismo" que intentan utilizar para sus fines el proceso de reestructuración del socialismo "dirigidos desde el extranjero" y que "quieren imponernos un pluralismo burgués". Contra ellos hay que actuar con toda firmeza, según Jacas.

También acusó a la Iglesia católica de crear "estructuras ilegales", retornó al triunfalismo económico -tras algunos indicios pasados de realismo de la evaluación de una situación económica que no da lugar a entusiasmo alguno- y condenó a los 3.000 intelectuales y artistas que firmaron documentos de solidaridad con Havel. Sin embargo, algunos pasajes de su discurso dejan entrever que su política ultraconservadora encuentra resistencias. Dijo que la oposición quiere "despertar temor entre la gente políticamente activa para que no defienda la política del partido".

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