La factura del fracaso

EL PAÍS, El Gobierno pretende pasar la factura del fracaso de la concertación íntegramente a las centrales sindicales. Para ello se apoya en las últimas encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que muestran una tendencia a la disminución de la popularidad de las centrales después de la huelga general del 14 de diciembre. El 70% de la población consideraba, a principios de enero pasado, que los sindicatos tenían razón, porcentaje que ha descendido en más de diez puntos desde entonces.

Al mismo tiempo, las encuestas del CIS señalan perspectivas difíciles para la conserv...

EL PAÍS, El Gobierno pretende pasar la factura del fracaso de la concertación íntegramente a las centrales sindicales. Para ello se apoya en las últimas encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que muestran una tendencia a la disminución de la popularidad de las centrales después de la huelga general del 14 de diciembre. El 70% de la población consideraba, a principios de enero pasado, que los sindicatos tenían razón, porcentaje que ha descendido en más de diez puntos desde entonces.

Al mismo tiempo, las encuestas del CIS señalan perspectivas difíciles para la conservación de la mayoría absoluta del PSOE. Miembros del Gobierno y dirigentes socialistas admiten -sólo a título de hipótesis- la posibilidad de pensar en un futuro gobierno de coalición, o en un ejecutivo socialista sin mayoría que gobierne a través de pactos de legislatura.

Según esos medios, el apoyo de la Minoría Catalana y del PNV puede ser la hipótesis menos negativa para el PSOE, en caso de pérdida de la mayoría. La segunda hipótesis es el pacto con el CDS, aunque el Gobierno cree que este partido "no desea actuar como bisagra, sino que mantiene el proyecto de convertirse en alternativa de poder", según un ministro. De ahí que los discursos de Miquel Roca, portavoz de la Minoría Catalana, y de Adolfo Suárez, líder centrista, en el debate del próximo día 14 sean los más esperados por el Gobierno, que desea explorar también el tono del Grupo Popular tras la reorganización de la derecha.

El presidente del Gobierno y su entorno de ministros y dirigentes socialistas descartan, de manera firme, cualquier intento de apoyarse en Izquierda Unida.