Cartas al director

La píldora abotiva

La carta de Justo Aznar, presidente de la FE de Asociaciones Pro Vida, Un desafío a la sensatez humana, que gracias a quienes respetan como es debido la libertad de expresión, ha visto la luz pública (EL PAÍS, 31 de diciembre), ha sobrepasado sin lugar a dudas la resistencia intelectual de cualquier ciudadano que tenga por norma pensar con objetividad y un mínimo de rigor. La opinión sesgada que en ella se expone, con ribetes científicos para impresionar al personal, parte de un prejuicio sectario: el fármaco, funcione o no funcione, es intrínsecamente malo, puesto que "está dire...

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La carta de Justo Aznar, presidente de la FE de Asociaciones Pro Vida, Un desafío a la sensatez humana, que gracias a quienes respetan como es debido la libertad de expresión, ha visto la luz pública (EL PAÍS, 31 de diciembre), ha sobrepasado sin lugar a dudas la resistencia intelectual de cualquier ciudadano que tenga por norma pensar con objetividad y un mínimo de rigor. La opinión sesgada que en ella se expone, con ribetes científicos para impresionar al personal, parte de un prejuicio sectario: el fármaco, funcione o no funcione, es intrínsecamente malo, puesto que "está directamente dirigido a eliminar seres humanos vivos". Se aprovecha, para, vituperarlo, el hecho lamentable, cuyo alcance no voy a entrar a discutir, de que en su experimentación clínica se haya producido una anormalidad. Y cuyas causas y responsabilidades habrá que depurar como en otros procesos semejantes.Esto hace aún más insidiosa la denuncia, que, en el fondo, responde a la lógica del fanatismo antiabortista. De sus excesos existe ya una extensa antología. Y de las presiones que han tratado de ejercerse en su nombre, una amplia historia. Pero han caído en la trampa demagógica de atribuir vida humana al óvulo fecundado y de evocarlo como persona inocente con una dramatización abusiva y esperpéntica que no ha reparado en medios. Sólo les ha faltado hasta ahora, en esta carrera de despropósitos, iniciar una cruzada contra el propio aborto biológico espontáneo: el que se produce de un modo natural, con frecuencia, antes de consolidarse su implantación en la matriz.

La píldora abortiva, ya sea la aludida o cualquier otra que se desarrolle en el futuro, acabará con las persecuciones inquisitoriales -a cargo de los sedicentes defensores de la vida- de las mujeres sumidas en el drama -a veces, en la tragedia- de un hijo germinal no deseado. El trance será entonces vivido en la esfera privada. Y los modernos inquisidores quedarán cesantes. Aunque bien pudieran, con el unánime beneplácito de la sociedad, dar un giro a su tarea en pro de la vida extrauterina, concentrando su atención en los innumerables niños que encontrarán en la vía pública condenados a malograrse como personas por carencias de todo orden, es decir, en prevenir el aborto biográfico, que es el que humanamente importa.- Enrique Olmos.

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