Cartas al director

La sanidad española

Escribo estas líneas para comunicar la vergüenza que me produce la sanidad española. La Seguridad Social no parece haber cambiado nada. Ante una fuerte congestión por resfriado, lo más que llegan es a observarte el cuello alargando el brazo a través de la mesa que separa a médico y paciente, recetándote unas pastillas que suavicen la irritación y otras "para el dolor". El siguiente paso, evidentemente, es visitar al médico privado, que es el único que te hace un examen correcto y una medicación eficaz. Los hospitales privados, con sus problemas económicos, también contribuyen a sembrar el desá...

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Escribo estas líneas para comunicar la vergüenza que me produce la sanidad española. La Seguridad Social no parece haber cambiado nada. Ante una fuerte congestión por resfriado, lo más que llegan es a observarte el cuello alargando el brazo a través de la mesa que separa a médico y paciente, recetándote unas pastillas que suavicen la irritación y otras "para el dolor". El siguiente paso, evidentemente, es visitar al médico privado, que es el único que te hace un examen correcto y una medicación eficaz. Los hospitales privados, con sus problemas económicos, también contribuyen a sembrar el desánimo entre sus pacientes, al menos los que acuden por concierto con la Seguridad Social. Se reducen las plantillas de médicos a la mitad, y el sufrido paciente espera tres horas a que llegue su turno, momento en que le dicen que afortunadamente encontraron un hueco para atenderle. Lo único que parece funcionar por el momento es el servicio de urgencias. Pero una vez puesto el parche donde corresponda, sin entretenerse demasiado en explicaciones de dosificación de medicamento y otras "nimiedades", con el consiguiente despiste, especialmente para la gente mayor, el paciente sale a la calle sin saber lo que le conviene hacer a continuación. En el mejor de los casos, empieza la peregrinación por las salas de nuestra sanidad. Y en otros casos hace uso de la medicación con su buena o mala lógica y después se olvida, si tiene esa suerte, de que ha tenido unos síntomas por no sabe qué problema. La lista de accidentes sería demasiado larga, por lo que es inútil seguir. Pero, ¿hasta cuándo?-

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