Calma en Birmania y júbilo popular por el derrocamiento de Sein Lwin

Después de una semana de violentas manifestaciones y actos de protesta en las calles de Birmania contra la deteriorada situación económica y política del país, ayer la capital, Rangún, vivió una calma expectante, a la espera del relevo del presidente Sein Lwin, forzado a dimitir el pasado viernes por un violento rechazo popular que puso al país al borde de la guerra civil. La dimisión del máximo dirigente Sein Lwin, que llevaba en el poder 18 días, fue acogida con expresiones de júbilo y en muchas barriadas de Rangún con bailes y cánticos.En la revuelta popular birmana, reprimida duramente por...

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Después de una semana de violentas manifestaciones y actos de protesta en las calles de Birmania contra la deteriorada situación económica y política del país, ayer la capital, Rangún, vivió una calma expectante, a la espera del relevo del presidente Sein Lwin, forzado a dimitir el pasado viernes por un violento rechazo popular que puso al país al borde de la guerra civil. La dimisión del máximo dirigente Sein Lwin, que llevaba en el poder 18 días, fue acogida con expresiones de júbilo y en muchas barriadas de Rangún con bailes y cánticos.En la revuelta popular birmana, reprimida duramente por el ejército, murió un centenar de personas según versiones oficiales, cifra que medios diplomáticos estiman entre 500 y 1.000.

Ayer las barricadas comenzaron a ser desmanteladas y las tiendas y establecimientos públicos abrieron sus puertas, dando a la ciudad un relativo ambiente de normalidad. Pequeños grupos de manifestantes recorrieron triunfalmente las calles festejando la caída de Lwin, de 65 años, que había tomado el poder el pasado 26 de julio, relevando al general Ne Win, que durante 26 años de gobierno autoritario empobreció al país y lo aisló del resto del mundo con un sistema político -el Partido del Programa Socialista Birmano (PPSB)- mezcla de marxismo y budismo.

Lwin era el dirigente más odiado de Birmania, y el anuncio de su dimisión fue acogido con júbilo en las calles, donde los manifestantes danzaron mientras cantaban: "Nuestra victoria es la victoria del pueblo".

Los estudiantes, el sector más activo en las revueltas birmanas de estos días, dijeron a algunos visitantes extranjeros, que la calma se mantendrá hasta que se anuncie el relevo de Lwin. El vacío de poder en Birmania está previsto que continúe hasta el día 19, cuando la dirección del PPSB y la Asamblea Nacional se reúnan en sesión extraordinaria para designar el nuevo presidente del partido y del país.

"A pesar de que un hombre [Sein Lwin] ha sido cambiado, el sistema todavía continúa vigente", dijo un diplomático occidental, en referencia a las tensiones en el seno del partido único birmano.

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