Cartas al director

Ferlosio, Las Casas y Pedemonte

El señor Pedemonte, en su réplica a Rafael Sánchez Ferlosio (EL PAÍS, 18 de julio de 1988), como muestra de las exageraciones de Las Casas, dice que éste "juraba que había visto matar, a manos de un solo caballero, a 2.000 indios en una sola hora".Lo que dice Las Casas es lo siguiente: "Los indios poco podían contra los españoles, cuyas armas son hierro, y sus espadas cortan un indio por medio, y las fuerzas y corazones tienen de acero; pues de los caballos [errata, supongo, por, caballeros] no digo, que en una hora de tiempo alancea uno solo dos mil de ellos" (lo dice Las Casas en su ...

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El señor Pedemonte, en su réplica a Rafael Sánchez Ferlosio (EL PAÍS, 18 de julio de 1988), como muestra de las exageraciones de Las Casas, dice que éste "juraba que había visto matar, a manos de un solo caballero, a 2.000 indios en una sola hora".Lo que dice Las Casas es lo siguiente: "Los indios poco podían contra los españoles, cuyas armas son hierro, y sus espadas cortan un indio por medio, y las fuerzas y corazones tienen de acero; pues de los caballos [errata, supongo, por, caballeros] no digo, que en una hora de tiempo alancea uno solo dos mil de ellos" (lo dice Las Casas en su Historia de las Indias, libro II, capítulo 8, que el señor Pedemonte cita mal). Basta con que el lector compare para ver dónde está el juramento y dónde y cuándo dice Las Casas haber visto matar... Aducir contra Las Casas sus supuestas exageraciones, pase, pero inventarse otras..., a esto se llama calumniar; en este caso supongo que por simple ignorancia.

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Añade que "Las Casas no hablaba de la afición culinaria de los aztecas, que hicieron albóndigas y croquetas de los prisioneros españoles... tlacalaolli (mezcla de carne humana y maíz)..., que se daba a los elegidos para el sacrificio".

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No he visto que Las Casas utilice ese vocablo (por lo demás, no pretendió ofrecer un diccionario de culinaria azteca, ni le importaba), pero si el señor Pedemonte quiere ver lo que dice sobre los horrorosos sacrificios de los aztecas (y no sólo de los aztecas), puede verlo en su Apologética historia, capítulos 169-176, 188-191, donde copia a saco a Motolinía y a otros autores autorizados; que Las Casas no era un encogido, ni menos un aficionado a tapujos. Le bastaba con cantarlas claras cuando no había otro remedio. Y, si son amargas, no hay otra opción digna que tragárselas- . .

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