100 millones de soviéticos, atentos a 'La mirada'

Hamburguesas, 'videoclips' y coches japoneses, en un programa de televisión en la URSS

En 10 meses de vida, una criatura de la glasnost (transparencia informativa) se ha convertido en el programa más popular de la televisión soviética. Con videoclips de música rock occidental, anuncios de coches japoneses, hamburguesas norteamericanas o imágenes de Madonna, Sgliad (La mirada) fascina a una audiencia de más de 100 millones de personas hasta altas horas de la madrugada y amenaza con desbancar a la cocina como centro tradicional de las reuniones familiares nocturnas. El programa, fue concebido en sus orígenes como una emisión juvenil.

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En 10 meses de vida, una criatura de la glasnost (transparencia informativa) se ha convertido en el programa más popular de la televisión soviética. Con videoclips de música rock occidental, anuncios de coches japoneses, hamburguesas norteamericanas o imágenes de Madonna, Sgliad (La mirada) fascina a una audiencia de más de 100 millones de personas hasta altas horas de la madrugada y amenaza con desbancar a la cocina como centro tradicional de las reuniones familiares nocturnas. El programa, fue concebido en sus orígenes como una emisión juvenil.

Entre videoclip y videoclip, La mirada, dirigida a los jóvenes, se posa en los más diversos fenómenos de la sociedad soviética: un grupo de fascistas con la cruz gamada en el antebrazo, las prostitutas, las madres de los soldados muertos en Afganistán, un muchacho escapado de un reformatorio o un funcionario sentado en el banquillo y acusado de corrupción."Queríamos hacer un programa que no distinguiera los problemas de los jóvenes de los problemas globales de la sociedad", dice Anatoli Lysenko, un veterano periodista que supervisa Sgliad, pero que no suele aparecer ante los teleespectadores.

En la pantalla se turnan tres jóvenes profesionales que, en 1985, se conocieron en la redacción internacional de la radio soviética. Ninguno de ellos tenía experiencia en el medio televisivo hasta el 2 de octubre del año pasado, cuando se emitió el primer Sgliad. Hoy se puede decir ya que Vladislav Listiev, Alexandr Liubimov y Dima Zajarov han inaugurado un nuevo estilo, más dinámico e informal, en la televisión soviética, que, según Lysenko, "no estaba preparada para presentadores despeinados, sin corbata, que se interrumpen entre sí y se tutean".

Las encuestas de audiencia colocan a Sgliad en el primer lugar, sobrepasando ampliamente al programa Vremia, que hasta hace poco concentraba oficialmente el mayor número de teleespectadores. Lysenko calcula que entre 100 millones y 150 millones de personas contemplan La mirada, que recibe un promedio de 80.000 cartas al mes, miles de telegramas y de 500 a 600 llamadas telefónicas durante la transmisión, los viernes por la noche.

Un grupo de voluntarios dirigido por un sociólogo atiende el teléfono y la correspondencia y funciona como una especie de asesoría personal espontánea y no institucionalizada. Sgliad ha abierto nuevos horizontes informativos en la televisión soviética, tanto en lo que se refiere a Occidente, mostrado de forma abiertamente atractiva e incluso modélica, como al propio país, que por lo general aparece bastante menos favorecido. Por primera vez el programa ha ofrecido un reportaje sobre los nazis soviéticos. Un grupo de jóvenes de Kiev, con los distintivos de su credo bien visibles, se expresaron así a favor de la esterilización y de impedir la reproducción a todas las personas con defectos físicos.

Los responsables de Sgliad confían en poder llevar su única cámara al juicio de Yuri Churbanov, el ex viceministro del Interior, yerno de Leonid Breznev, que será sometido a los tribunales en un futuro próximo. Sin embargo, no siempre les dejan o se atreven a enseñar a los espectadores los materiales que han preparado, aunque ellos afirman que ninguno de sus reportajes sobre temas sensibles "se ha demorado más de dos o tres semanas".

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Alexandr Liubimov ha pasado una semana en Eriván. Desde allí siguió el debate en el Presidium del Soviet Supremo de la URS S. Sin embargo, el tema armenio, con ser el más actual de la semana, se quedó congelado porque "no podemos encontrar la línea", manifestaba Liubimov.

Así pues, el último Sgliad, que se prolongó hasta después de la una de la madrugada, pasó revista a los servicios de Aeroflot y entrevistó a los ciudadanos que llevaban varios días haciendo cola para obtener billetes. Como contraste a la escena de irritación y malestar, se ofrecían unas tomas del cómodo y tranquilo interior de la oficina de las líneas aéreas escandinavas SAS.

Pero el plato fuerte del último programa fueron tres anuncios completos de la firma norteamericana McDonald's, que va a instalar 20 hamburgueserías en Moscú con la perspectiva de extenderse después a otras zonas.

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