Mil y un precios

En cuatro calles entrecruzadas de la barriada de La Elipa hay al menos 11 puntos de venta de pan, cada uno con un precio diferente. Es sólo un ejemplo. En una de estas calles, Gutierre de Cetina, en poco menos de 30 metros se vende la pistola, unidad de pan clásica madrileña, a 27, 30, 16 y 15 pesetas. "No sé cómo lo hacen, pero para mí que bajan la calidad del pan", dice Andrés Hernández, 25 años de vendedor en el mismo punto y actualmente el que mantiene el precio más alto.En una avenida paralela, Ezequiel Solana, un supermercado se acerca al mínimo. "¿No hay libertad para vender al precio q...

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En cuatro calles entrecruzadas de la barriada de La Elipa hay al menos 11 puntos de venta de pan, cada uno con un precio diferente. Es sólo un ejemplo. En una de estas calles, Gutierre de Cetina, en poco menos de 30 metros se vende la pistola, unidad de pan clásica madrileña, a 27, 30, 16 y 15 pesetas. "No sé cómo lo hacen, pero para mí que bajan la calidad del pan", dice Andrés Hernández, 25 años de vendedor en el mismo punto y actualmente el que mantiene el precio más alto.En una avenida paralela, Ezequiel Solana, un supermercado se acerca al mínimo. "¿No hay libertad para vender al precio que se quiera?, pues yo vendo la pistola a siete pesetas porque me viene bien", afirma rotundo uno del los propietarios, que se niega a identificarse. Pero el récord de la zona lo tiene un establecimiento de una cadena provincial, en la calle de Vital Aza, que vende tres pistolas a 20 pesetas (menos de 7 pesetas la pieza).

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"Yo creo que lo que quieren es cargarse a los pequeños comerciantes. No encuentro otra explicación", opina Pedro López, con establecimiento en la vía de Ezequiel Solana, número 73, que desde hace menos de una quincena vende el pan a 15 pesetas, cuando antes lo hacía a 30.

Andrés Hernández llega más lejos: "Me gustaría que el Gobierno o quien sea tomara medidas, porque, ojalá me equivoque, pero como siga esto así vamos a tener otra colza. Para bajar tanto el precio del pan algo tienen que hacer, y yo no sé qué es".

La opinión unánime de todos los pequeños comerciantes consultados es la de que debería existir un precio único, respetado por todos, que hiciera posible la convivencia de todos los vendedores de pan.

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