Antonio Carlos Oliveira

Contra la destrucción del ecosistema en Brasil

Estuvo en la guerrilla brasileña entre 1966 y 1970. Fue capturado y pasó cuatro meses en un hospital para recuperarse de las secuelas de la tortura. Cuando pudo levantarse salió -expulsado- de su país. Reconoce que la lucha guerrillera empeoró aún más la cosas. Ahora realiza una gira por varios países europeos, entre ellos España, con el aliento de los grupos alternativos de su país y en representación del movimiento Arco Iris, para iniciar una campaña europea de conciencia y solidaridad contra la destrucción de los ecosistemas y las tribus indígenas brasileñas.

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Estuvo en la guerrilla brasileña entre 1966 y 1970. Fue capturado y pasó cuatro meses en un hospital para recuperarse de las secuelas de la tortura. Cuando pudo levantarse salió -expulsado- de su país. Reconoce que la lucha guerrillera empeoró aún más la cosas. Ahora realiza una gira por varios países europeos, entre ellos España, con el aliento de los grupos alternativos de su país y en representación del movimiento Arco Iris, para iniciar una campaña europea de conciencia y solidaridad contra la destrucción de los ecosistemas y las tribus indígenas brasileñas.

Antonio Carlos Oliveira tiene 41 años, un título de sociología otorgado por la Sorbona y otro de física que le concedió una universidad chilena en tiempos de la Unidad Popular. Cuando fue expulsado de su país emigró a Chile y apoyó al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) hasta el golpe militar de 1973.Su destino le llevó a Francia en 1974, donde vivió como exiliado político hasta 1980. Ese mismo año regresó a su país y se integró en un equipo de intelectuales que pretendía crea un Ministerio de Cultura en Brasil. Este organismo se puso en marcha en tiempos de Tancredo Neves, en 1986. Pero, al hacerse cargo de la cultura del país Celso Furtado, le expulsan, junto al resto de dores.

"Después, con otros compañeros, organizamos el movimiento Arco Iris, que pretende preservar la independencia de los movimientos alternativos de Brasil, amenazados por los intereses del Partido Verde brasileño, creado en 1987". Este movimiento, apoyado por artistas e intelectuales, tiene cierta influencia en el noreste brasileño: Salvador -ciudad natal de Oliveira-, Sáo Paulo y Ceará.

Otro de los trabajos en que se ocupa Antonio Carlos es el de las escuelas ecológicas para niños abandonados. Ha organizado hasta ahora una en Salvador y otra en Ceará, que cuentan con unos 200 niños. "Queremos infundir en los chicos el concepto de ciudadanía y hacer de ellos auténticos militantes de la naturaleza".

Oliveira y su compañera, Edyara Santana, una psicóloga de 26 años, han llegado a Europa con la idea de fomentar comisiones de apoyo para oponerse a la "deforestación y el genocidio" que sufre Brasil y crear conciencia sobre la desaparición de las selvas amazónicas y el acoso a que están siendo sometidos los indios. "En mi país hay guerra contra la naturaleza, y además se está destruyendo la memoria cultural de nuestra raza, representada por las tribus indígenas que pueblan la Amazonia".

Antonio Carlos trae este mensaje a Portugal, España, Francia, Bélgica, Holanda, República Federal de Alemania, Suiza y Suecia. Para el día 30 de octubre prepara un magno festival musical que se desarrollaría en varias ciudades europeas simultáneamente.

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