Cartas al director

Oposiciones a cátedra

El 16 de marzo de este año asistí en calidad de oyente a un penoso y triste espectáculo de oposiciones a la cátedra de Pintura 1, en la facultad de Bellas Artes de Madrid.Los opositores, Javier Pereda (39 años), ya catedrático por la universidad de Barcelona y Salamanca, y Agustín Úbeda (64 años), optaban por la plaza presentando un proyecto docente -en un primer ejercicio- y una lección magistral

-en, una segunda parte- que, según Indicó el presidente del triburral, fuera breve, no sé si por prisas para ver el partido de fútbo! que ese día se retransmitía por televisión, o por pensar q...

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El 16 de marzo de este año asistí en calidad de oyente a un penoso y triste espectáculo de oposiciones a la cátedra de Pintura 1, en la facultad de Bellas Artes de Madrid.Los opositores, Javier Pereda (39 años), ya catedrático por la universidad de Barcelona y Salamanca, y Agustín Úbeda (64 años), optaban por la plaza presentando un proyecto docente -en un primer ejercicio- y una lección magistral

-en, una segunda parte- que, según Indicó el presidente del triburral, fuera breve, no sé si por prisas para ver el partido de fútbo! que ese día se retransmitía por televisión, o por pensar que oír hablar durante seis más (cada opositor tierne derecho a tres horas) seria costoso de soportar.

El presidente del Tribunal, señor Guijarro (sin corbata), comunicó, una vez acabada la primera parte del ejercicio, a los examinados que habían superado los dos dicha prueba sin leer acta alguna y añadiendo la brevedad para el segundo ejercicio.

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No sé qué puede aportar en la línea de las jubilaciones anticipadas que persigue la Administración, el conceder la plaza de catedrático a una persona que presenta un proyecto docente que sólo va a tener un seguimiento corto, de poco más de un año, y sobre todo cuando en el examen de oposición sólo hablóde su vida, y yo no escuché -tengo notas al respecto- ni una sola palabra de dicho proyecto.

En el segundo ejercicio sólo pudimos ver un vídeo sobre su obra pictórica (señor Úbeda, yo no le voy a comprar nada) y el asomar de unas lágrimas sobre el gran amor de su profesión.

Señor Villapalos, sugiero que hay problemas de fondo y de forma-

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