Cartas al director

La España que viene

Por si le sirve de algo a Ramón Sala y a su amigo Filo Solé (EL PAÍS, 14 de febrero de 1988), permítame que utilice su periódico para decirle que su caso se repite a diario en esta España que se nos echa encima.Soy madre de una niña de 15 meses. Cuando aún faltaban cinco meses para su nacimiento, la empresa en la que trabajaba, a través de su gerente, me invitó a que renunciara al puesto de trabajo que venía desempeñando desde hacía ocho años, a cambio de que "en un futuro" sería nuevamente admitida, porque, "ya se sabe, que si hoy está el niño con fiebre, que si mañana el pediatra...". Por su...

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Por si le sirve de algo a Ramón Sala y a su amigo Filo Solé (EL PAÍS, 14 de febrero de 1988), permítame que utilice su periódico para decirle que su caso se repite a diario en esta España que se nos echa encima.Soy madre de una niña de 15 meses. Cuando aún faltaban cinco meses para su nacimiento, la empresa en la que trabajaba, a través de su gerente, me invitó a que renunciara al puesto de trabajo que venía desempeñando desde hacía ocho años, a cambio de que "en un futuro" sería nuevamente admitida, porque, "ya se sabe, que si hoy está el niño con fiebre, que si mañana el pediatra...". Por supuesto, no accedí. El resto se lo puede imaginar, pero, por si acaso, tan sólo decirle que desde entonces, con barriga incluida, la persecución fue implacable. Me pusieron a descargar mercancía (soy auxiliar administrativa). Las denuncias ante la Inspección de Trabajo no sirvieron de nada. El balance final fue: mi hermana, que además era compañera de trabajo, fue despedida; poco más tarde me tocó a mí. La sentencia de Magistratura fue despido improcedente, con lo cual el empresario decide: readmisión o despido con indemnización. Esto último fue lo escogido, que el magistrado, para que el empresario no sufra mucho con 500.000 pesetas, fraccionó en tres plazos. Por ser madre he formado parte de los tres millones. Eso es lo que hay, o lo tomas o lo dejas. Triste España.-

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