La obligación de abrirse hacia el centro
La imposibilidad de un mayoría absoluta por parte de los socialistas o de la reproducpión de la Unión de la Izquierda, tras el profundo divorcio entre PS y PCF obliga a la apertura hacia el centro. El nuevo presidente socialista, en caso de convocar nuevas elecciones legislativas, afrontaría el riesgo de ser derrotado a los dos meses de su elección, para encontrarse desautorizado y con un mapa político muy similar al actual.El ala izquierda del partido socialista no ve las cosas así. Temerosa de una mayor derechización, consiguiente a una alianza de centro-izquierda, apoya la hipótesis de una ...
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La imposibilidad de un mayoría absoluta por parte de los socialistas o de la reproducpión de la Unión de la Izquierda, tras el profundo divorcio entre PS y PCF obliga a la apertura hacia el centro. El nuevo presidente socialista, en caso de convocar nuevas elecciones legislativas, afrontaría el riesgo de ser derrotado a los dos meses de su elección, para encontrarse desautorizado y con un mapa político muy similar al actual.El ala izquierda del partido socialista no ve las cosas así. Temerosa de una mayor derechización, consiguiente a una alianza de centro-izquierda, apoya la hipótesis de una disolución inmediata y de nuevas elecciones, que deberán recortar la actual mayoría de la derecha (de sólo cuatro escaños respecto al bloque socialista-comunista) y permitir de nuevo repetir la historia recorrida a partir de 1981. Pero la dirección del partido socialista, que apuesta a fondo por Mitterrand, cree, aunque no lo diga, en el recentramiento, y está preparándose ya a organizar la poscohabitación y el fin, en la práctica, de las costumbres políticas que han caracterizado hasta ahora a la V República.
Con Mitterrand de presidente, el protagonismo del Parlamento y de las combinaciones políticas, al estilo de las democracias no presidencialistas, puede reaparecer 30 años después del final de la IV República. Según sus consejeros, al propio Mitterrand no le conviene regresar a la figura del presidente metomentodo, tal como actuó él mismo en los dos primeros años de su mandato y en la más pura tradición de la V República. Pero curiosamente este nuevo sistema, ceftido sólo en la letra constitucional a la V República, únicamente puede ser protagonizado por el político que más se opuso a los poderes omnímodos del presidente y que más se ha aprovechado de ellos cuando ha ocupado el Elíseo. Con Mitterrand, Francia puede encontrarse ante una refundación de la República sin necesidad de un cambio constitucional.