El "caucus" de lowa busca dos Iíderes con gancho nacional

El proceso real para sustituir a Ronald Reagan en la Casa Blanca se inició esta madrugada, bajo la nieve, en el remoto y agrícola Estado de lowa, con la sólida sensación de que, por el momento, ni republicanos ni demócratas han sido capaces de producir un líder con gancho nacional. "Votaré a Dukakis (el gobernador de Massachusetts), pero no tenemos una figura de talla", admite a EL PAÍS Mark Boswell, un granjero que se gana la vida con una piara de 200 cerdos y 150 vacas, en una granja familiar de 150 hectáreas en la aldea de Carbon, al sur del Estado. Su vecino Alan, conductor de un autobús d...

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El proceso real para sustituir a Ronald Reagan en la Casa Blanca se inició esta madrugada, bajo la nieve, en el remoto y agrícola Estado de lowa, con la sólida sensación de que, por el momento, ni republicanos ni demócratas han sido capaces de producir un líder con gancho nacional. "Votaré a Dukakis (el gobernador de Massachusetts), pero no tenemos una figura de talla", admite a EL PAÍS Mark Boswell, un granjero que se gana la vida con una piara de 200 cerdos y 150 vacas, en una granja familiar de 150 hectáreas en la aldea de Carbon, al sur del Estado. Su vecino Alan, conductor de un autobús de ancianos, es republicano; se inclina hacia Robert Dole, pero sin ningún entusiasmo.

Unos 200.000 sufridos ciudadanos, cobayas supervotantes, analizados y diseccionados hasta el hartazgo por los politólogos, dieron a conocer sus preferencias mediante el arcaico sistema de acudir a 5.000 casas particulares, escuelas, juzgados, centros vecinales, ayuntamientos e iglesias, y reunirse en corros a favor de uno u otro candidato. Esta democracia vecinal de sala de estar comenzó a las siete de la tarde (dos de la madrugada en España) para terminar, tras unas rondas de bebidas y pastelitos, tres horas más tarde.La realidad es que mediante este complejo sistema los asistentes a los caucuses discuten la plataforma de sus partidos y eligen a los delegados para las convenciones a nivel de condado, y sólo después indican sus preferencias por los aspirantes a la Casa Blanca. Los republicanos votan secretamente en estas reuniones reducidas, pero los demócratas se pronuncian formando corros en distintas partes de la habitación. Para ser viable, un candidato debe lograr reunir a un 15% de los asistentes.

Pero lo importante no es esta realidad, demasiado complicada para explicarla por televisión, sino la percepción de la misma ofrecida por más de 30 estaciones de televisión que, en directo y sin casi esperar a saber quién realmente ha ganado, crean un cuarteto de líderes, convirtiendo la batalla presidencíal en una carrera de caballos. Hoy se conocerá el ganador real de cada partido, pero será necesariamente el dato más importante de la noche electoral. Se hablaba de Richard Gephardt entre los demócratas y de Robert Dole entre los republicanos.

Pero pueden tener más importancia los colocados. Y los analistas de los media que han descendido sobre Des Moines para interpretar el mínimo gesto de los votantes de este laboratorio hablarán de los candidatos que lo han hecho mejor que lo esperado. Es el denominado efecto better than expected (BET). Así, pot ejemplo, un segundo puesto para Dukakis, muy cerca del primero en su partido, se considera un triunfo, ya que el Medio Oeste no es su terreno, y el próximo martes es el favorito claro en las primarias de New Hampshire, su Estado vecino. Pero un tercer lugar sería interpretado como desastroso.

En el caso republicano, George Bush no puede permitirse -al igual que el gobernador de Massachusetts- nada peor que un segundo puesto. Si se le adelanta el predicador electrónico Pat Robertson, hoy comenzaría a pincharse el globo del vicepresidente. El senador Dole está obligado a ganar, y su esperada victoria no dirá demasiado.

Los periodistas que ganan entre uno y tres mifiones de dólares al año -los tres presentadores de los informativos de las televisiones nacionales (Dan Rather, CBS; Tom Brokaw, NBC, y Peter Jennings, ABC, y que en definitiva son los conductores de esta democracia electrónicatendrán la última palabra esta madrugada desde Des Moínes. Los editoriales de la Prensa escrita (en total había anoche más de 2.000 periodistas en Des Moines, todos pendientes de la realidad tal como la definía la televisión) hablan de que los norteamericanos retomaron, de los analistas y de los sondeos, el control del proceso electoral para la presidencia. Esta es solamente una verdad a medias.

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Lo que ha ocurido este año es que los avances tecnológicos han roto el monopolio de las grandes cadenas de televisión. Pequeñas emisoras independientes se permiten el lujo -no demasiado caro- de enviar sus equipos y tienen información propia en directo, relativamente barata, gracias al abaratamiento de la nueva tecnología por satélite.

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