Tribuna:

Más que una fe de errores

Con frecuencia, el reconocimiento público de los yerros que se cometen en los periódicos precisa un ámbito mayor que el de una simple fe de errores: hay inexactitudes, imprecisiones y deslices informativos que -ya sean propios o ajenos a los periodistas- piden una aclaración más explicativa. Por ejemplo...En el suplemento Domingo del pasado 24 de enero, José F. Beaumont y Ricardo Rituerto escribían sobre los dos grandes magnates de los medios de comunicación: Rupert Murdoch y Robert Maxwell.

Beaumont y Rituerto coincidieron en que Maxwell es checo nacionalizado británico, y Murdo...

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Con frecuencia, el reconocimiento público de los yerros que se cometen en los periódicos precisa un ámbito mayor que el de una simple fe de errores: hay inexactitudes, imprecisiones y deslices informativos que -ya sean propios o ajenos a los periodistas- piden una aclaración más explicativa. Por ejemplo...En el suplemento Domingo del pasado 24 de enero, José F. Beaumont y Ricardo Rituerto escribían sobre los dos grandes magnates de los medios de comunicación: Rupert Murdoch y Robert Maxwell.

Beaumont y Rituerto coincidieron en que Maxwell es checo nacionalizado británico, y Murdoch, australiano nacionalizado norteamericano, pero discrepaban en algo sustancial acerca de Murdoch: Beaumont decía que "pasó de pastor de ovejas en su juventud a doctor honoris causa por 10 universidades en su madurez"; Rituerto, que era "hijo de un sir" y que "pisó suelo británico para estudiar en Oxford".

Miguel Mena, desde Sheffield (Reino Unido), escribe al defensor de los lectores: "No dudo que se pueda ser a un tiempo hijo de sir, estudiante en Oxford y humilde pastorcillo de genuino villancico, pero, dado que entre las excentricidades de las clases acomodadas no figura aún la de dedicarse al pastoreo, comprenderá que la reunión de ambas informaciones me provoca un cierto despiste por el que todavía no sé si debo enclavar al señor Murdoch entre los héroes de la clase pastoril o en la más modesta clasificación de los nuevos ricos surgidos de la clase media alta".

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Beaumont se equivocó y confiesa ser el primer sorprendido por haber cargado en la biografía de Murdoch un dato que no acierta a explicarse. "El error", reconoce, "se debió deslizar al consultar algunos de los múltiples reportajes en inglés sobre la vida de Murdoch que utilicé, entre otras fuentes, y que ahora no he logrado recuperar. Desgraciadamente, al revisar el artículo no reparé en ese sorprendente dato".

Admitido el resbalón, Beaumont facilita esta breve ficha biográfica de Murdoch: "Nació en Melbourne el 11 de marzo de 1931. Su padre, sir Keith Murdoch, fallecido en 1952, era un pequeño patrón de la Prensa australiana y le dejó en herencia los periódicos Melbourne Herald y Adelaida News. Su madre, El¡sabeth Murdoch, tenía tratamiento de dama. Rupert Murdoch se educó primero en la Geelong Grammar School, en Victoria, y posteriormente en el Worcester College, de Oxford".

Condena

Cuatro lectoras se quejan de que en la información titulada El 'parricida del bingo' de Logroño, condenado a 20 años (EL PAÍS, 26 de enero de 1988) se aprecia "una clara confusión". En efecto: primero se dice que el parricida fue condenado a 20 años y un día de "prisión mayor" y luego -"como si lo anterior no fuera poco"- se asegura que la pena fue de "arresto mayor". Esto "es un grave error", señalan.

El redactor que editó la información, facilitada por Efe, reconoce que las lectoras llevan toda la razón. Admite que no debe servir de excusa el hecho de que la noticia procediese de una agencia. "El error de EL PAÍS consiste precisamente en no cumplir la regla del Libro de estilo que dice que todas las noticias de procedencia ajena deben reelaborarse".

"En la práctica de los habituales informadores sobre asuntos jurídicos", especifica el redactor, "se tiene presente la escala que figura en el Código Penal, y que, en cuanto a las penas de privación de libertad, es la siguiente: arresto mayor, de un mes y un día a seis meses; prisión menor, de seis meses y un día a seis años; prisión mayor, de seis años y un día a 12 años; reclusión menor, de 12 años y un día a 20 años, y reclusión mayor, de 20 años y un día a 30 años".

"Los informadores de asuntos jurídicos", explica, "tienden a suprimir las distinciones entre arresto, prisión y reclusión y se limitan a señalar el tiempo de cárcel o de privación de libertad de la condena, aunque técnico-jurídicamente es más correcto decir cuatro meses de arresto mayor, tres años de prisión menor, nueve años de prisión mayor, 15 años de reclusión menor y 25 años de reclusión mayor.

Muerte en la estación

A finales de 1987, el joven Francisco Fernández Ruiz resultó muerto en el acto al ser arrollado por un tren en la estación de Villaverde Alto (Madrid). La noticia fue recogida ampliamente por EL PAÍS; la firmaba J. D. (Jesús Duva), y los datos que aportaba acerca de cómo ocurrió el accidente habían sido recogidos en fuentes de la Jefatura Superior de Policía. El padre del desdichado Francisco, Sebastián Femández Pereira, escribe para quejarse de una serie de afirmaciones contenidas en aquella información que onsidera erróneas: "No queremos", dice, "que su memoria quede enturbiada con una narración inexacta de su fallecimiento".

Fernández Pereira rectifica: su hijo no tenía 24 años, sino 18; tampoco la hora del suceso fue la publicada. "El dato fue facilitado por la policía", explica Duva, "que parece que también se equivocó al indicar al periodista que el accidente se produjo a las 3.30 del día 27, cuando en realidad fue a las 23.20 del día 26 de diciembre. Ambos datos, al no considerarse que ninguno de ellos fuera especialmente controvertido, y dado que provenían de la propia policía, no se comprobaron con la familia".

Sebastián Femández Pereira sostiene que la muerte de su hijo no ocurrió "por arrollamiento o atropello en la vía, sino por el golpe que el tren Madrid-Sevilla le dio en la cabeza, a su paso por el andén donde se encontraba". Duva cuenta que en las diligencias policiales figura el testimonio del jefe de la estación, "quien declaró a la dotación de un coche patrulla que el joven fue arrollado cuando trataba de cruzar la vía número 2". "La Jefatura Superior de Policía, consultada sobre este punto", añade, "ha informado que en las diligencias tramitadas no se hace constar con claridad si el accidente se produjo cuando la víctima se hallaba en el andén o en sus proximidades".

'Madre' Eva

En el suplemento Futuro se publicó un trabajo firmado por César Díaz, titulado Sucedió hace 200.000 años (EL PAÍS, 17 de enero de 1988), que trataba de la hipótesis de un antepasado común para todos los hombres, una común madre Eva. Díaz atribuía a Eladio Barrio Esparducer, del departamento de Genética de la facultad de Ciencias Biológicas de la universidad de Valencia, la afirmación de que este investigador, junto a Amparo Latorre y Andrés Moya -no José Moya, como se decía-, "constituyen prácticamente el único grupo español que aplica hoy el estudio del ácido desoxirribonucleico (ADN) a la teoría evolutiva". Barrio asegura que en ningún momento de su conversación telefónica con Díaz dijo tal cosa.

"En respuesta a la pregunta sobre si existía algún otro grupo español que trabajase en el mismo tema que nosotros", puntualiza Barrio, "contesté que en cuestiones relativas al ADN mitocondrial conocíamos la labor del grupo del profesor Cabrera, de la universidad de La Laguna, y que en cuestiones de caracterización molecular del ADN mitocondrial humano conocíamos los trabajos del profesor Montoya, realizados con el grupo norteamericano de Attardi".

César Díaz asegura que en la conversación telefónica preguntó a Eladio Barrio si otros equipos de genetistas "estaban trabajando en este momento en España en estudios del ADN aplicados a la evolución, por si tenían otros puntos de vista distintos y convenía consignarlos", y que Barrio le comentó que otros grupos habían trabajado anteriormente sobre el tema, pero que en este momento sólo ellos lo hacían en España. No obstante, admite: "Cabe la posibilidad de que yo le entendiera mal, o que él no se expresase con claridad, o que la dificultad de una conversación telefónica me hiciese malinterpretarle".

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