El espíritu de Moscú

La decisión soviética de participar en los Juegos Olímpicos de Seúl ha disminuido, por el momento, las dudas que acompañaron la elección, hace siete años, de la capital de Corea del Sur como ciudad olímpica. Los Juegos de 1988 están ahora en situación de ser los primeros desde hace doce años que tienen la oportunidad de que concurran a ellos equipos completos tanto del Este como del Oeste.La determinación de no acudir a Seúl le habría costado cara a la Unión Soviética. Gorbachov heredó de sus predecesores solamente dos aliados ideológicos en el Extremo Oriente: Corea del Norte y Vietnam. Ahora...

La decisión soviética de participar en los Juegos Olímpicos de Seúl ha disminuido, por el momento, las dudas que acompañaron la elección, hace siete años, de la capital de Corea del Sur como ciudad olímpica. Los Juegos de 1988 están ahora en situación de ser los primeros desde hace doce años que tienen la oportunidad de que concurran a ellos equipos completos tanto del Este como del Oeste.La determinación de no acudir a Seúl le habría costado cara a la Unión Soviética. Gorbachov heredó de sus predecesores solamente dos aliados ideológicos en el Extremo Oriente: Corea del Norte y Vietnam. Ahora, Moscú está tratando de equilibrar sus desiguales vinculaciones en la zona mediante relaciones comerciales con los países no socialistas más prósperos de la región: Japón, Taiwan, los pertenecientes a la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN) y Corea del Sur, países a los que había rechazado, y por los que había sido evitado, debido a motivos ideológicos.

Si los equipos soviéticos asisten a Seúl, aunque no pueda descartarse un cambio de idea en el último minuto como respuesta a la presión de Pyongyang, Moscú habrá dado un paso para mejorar las relaciones con los países asiáticos no comunistas. También habrá comenzado a reintegrarse en la comunidad internacional del Extremo Oriente después de un período de virtual exclusión. La significación de su postura no debe subestimarse.

, 13 de enero