Cambios profundos en la dirección del segundo banco

Cambio radical en el Banesto con el nombramiento de nuevos consejeros, algunos próximos al PSOE

Mario Conde, con el respaldo moral de Pablo Garnica, llevó ayer a cabo una verdadera revolución palaciega en el seno del consejo de Banesto, con el acceso al mismo de hombres de prestigio y de reconocida cercanía al PSOE. Banesto, que tras la batalla de la OPA del Banco de Bilbao aparecía aislado ante al poder político, efectúa un giro espectacular, dando entrada como nuevos consejeros a Juan Belloso (consejero ejecutivo), Enrique Lasarte, Luis Ducasse, Antonio Torrero, Paulina Beato, Juan José Abaitúa, Pablo Garnica Gutiérrez, Vicente Figaredo y Jacobo Argüelles.Del consejo de Banesto se ...

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Mario Conde, con el respaldo moral de Pablo Garnica, llevó ayer a cabo una verdadera revolución palaciega en el seno del consejo de Banesto, con el acceso al mismo de hombres de prestigio y de reconocida cercanía al PSOE. Banesto, que tras la batalla de la OPA del Banco de Bilbao aparecía aislado ante al poder político, efectúa un giro espectacular, dando entrada como nuevos consejeros a Juan Belloso (consejero ejecutivo), Enrique Lasarte, Luis Ducasse, Antonio Torrero, Paulina Beato, Juan José Abaitúa, Pablo Garnica Gutiérrez, Vicente Figaredo y Jacobo Argüelles.Del consejo de Banesto se caen Jaime Argüelles, Pablo Garnica, Gabriel de Garnica, Federico Silva Muñoz, José María Sáinz de Vicuña, Francisco Luzuriaga, Luis Sela Figaredo e Inocencio Figaredo Sela. El nuevo secretario del consejo será Ramiro Núñez, que sustituye a Fernando Castromil, también sacrificado.

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El poder institucional del banco estará en manos de Mario Conde, como presidente, cargo en el que fue ayer ratificado por el consejo, y dos vicepresidentes: Juan Abelló, como vicepresidente primero, y Ricardo Gómez-Acebo, marqués de Deleitosa, como segundo.

Poder ejecutivo

El poder ejecutivo estará en manos de un triángulo en cuyo vértice superior se sitúa Conde, como consejero delegado, mientras los otros dos estarán ocupados por Juan Belloso y Arturo Romaní. Belloso, un hombre cercano al PSOE, pasa a convertirse de golpe en el segundo eslabón en la línea ejecutiva de Banesto, al hacerse cargo del área bancaria y financiera, de la que desplaza a Jacobo Argüelles. Arturo Romaní, abogado del Estado y hombre de Conde, pasa a dirigir el área industrial, inmobiliaria y sociedades participadas.

Antonio Torrero, catedrático de Teoría Económica en la Universidad de Alcalá, es quizá el nombramiento de consejero más significativo, por el prestigio del que está avalado ante el ejecutivo socialista y el PSOE, para quienes ha efectuado numerosos estudios y dictámenes. Es además un hombre muy alejado, por decirlo de una manera amable, de Mariano Rubio, lo que da a su entrada en Banesto una dimensión adicional.

Algo parecido ocurre con Paulina Beato, ex think tank (cabeza pensante) de la Dirección General de la Energía. Aunque Paulina no tiene carnet del PSOE, está sin duda muy cercana al aparato. Naturalmente, esta es la primera vez en la historia de Banesto que una mujer se sienta en el consejo de tan tradicional institución.

Pablo Garnica Gutiérrez sustituye en el consejo a su padre, Pablo Garnica Mansi. Juan José Abaitúa, industrial catalán, sustituye a su suegro, Luis Suñer. Vicente Figaredo reemplaza a Inocencio Figaredo, en uno de los últimos destellos de las tradicionales familias. Mucho más significativo es el nombramiento como consejero de Jacobo Argüelles en sustitución de su padre, Jaime, quien desaparece del banco. Jacobo entra en el consejo pero pierde un puesto de importancia fundamental, como es la dirección general del área financiera y bancaria.

La cicuta de Pablo Garnica

La revolución de palacio que en Banesto ha puesto en marcha Mario Conde no hubiera sido posible sin el apoyo expreso de Pablo Garnica Mansi, un hombre controvertido pero que al final ha venido a proporcionar a sus detractores una buena lección de visión histórica. Garnica, como un nuevo Sócrates, se ha tomado su ración de cicuta y, lo que es más importante, ha ayudado a tomársela a algunos otros, poco dispuestos a hacerse voluntariamente el harakiri. Pero con ello asegura el futuro del banco.Para algunos reputados observadores, lo que ha ocurrido en Banesto es algo parecido a lo sucedido en las Cortes franquista de 1976. Mario Conde sería, de acuerdo con esta sugestiva interpretación, el Adolfo Suárez de Banesto, aunque a la vista está que los colores del banco no serán precisamente los de aquella periclitada UCD.

La toma del poder por parte de Mario Conde parece casi total, a la luz de los nombramientos que ha introducido tanto en el consejo de administración como en la línea ejecutiva de la entidad. En medios de la Administración, que han seguido muy de cerca el proceso, se respiraba tranquilidad tras los nombramientos y se señalaba que "después de todo, la OPA del Bilbao ha tenido efectos claros en la evolución de las cosas".

La aparición de consejeros vinculados estrechamente al partido socialista se interpreta como una clara maniobra de los nuevos hombres fuertes de Banesto por modernizar la entidad, en sintonía con los aires que corren en el conjunto de la sociedad.

Caras nuevas

Antonio Torrero ha sido durante bastante tiempo el abanderado de la introducción de cambios en el sistema financiero y se le ha presentado como el crítico a determinadas posturas del banco emisor. Paulina Beato formó parte del trío energético que quiso poner orden, a partir de 1983, en el sector eléctrico.

Estos nombramientos representan una clara ruptura con la cultura anterior de Banesto, considerado como el banco más tradicional de los siete grandes. Las familias permanecen dentro del consejo de administración pero han empezado a desaparecer sus grandes representantes. Son los hijos los que ahora llegan, y sin competencias concretas en la gestión diaria. Jacobo Argüelles sustituye a su padre, Jaime, y otro tanto ocurre con Pablo Garnica Gutiérrez, que sustituye al verdadero hombre fuerte del banco durante más de medio siglo.

En el Ministerio de Economía había ayer una cierta alegría ante lo que se considera un verdadero golpe de timón.

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