Cartas al director

Iniciales o nombres

Siempre me ha llamado la atención el trato tan desigual que su periódico, habitual para mí, da a las personas detenidas, encausadas o procesadas, según sea su procedencia.Cuando se trata de personas civiles o, en general, no vinculadas a las instituciones del Estado, emplean sistemáticamente el término "presunto". No importa que se trate de un delincuente habitual, de un terrorista del que se conocen en detalle su triste vida y milagros o de un sujeto detenido en flagrante. Es habitual que se indiquen las iniciales de su nombre y apellidos, aunque se trate de mayores de edad, salvo en caso de ...

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Siempre me ha llamado la atención el trato tan desigual que su periódico, habitual para mí, da a las personas detenidas, encausadas o procesadas, según sea su procedencia.Cuando se trata de personas civiles o, en general, no vinculadas a las instituciones del Estado, emplean sistemáticamente el término "presunto". No importa que se trate de un delincuente habitual, de un terrorista del que se conocen en detalle su triste vida y milagros o de un sujeto detenido en flagrante. Es habitual que se indiquen las iniciales de su nombre y apellidos, aunque se trate de mayores de edad, salvo en caso de personalidades públicas sobradamente conocidas. Supongo que para no dañar su imagen.

Y me parece bien. Mientras no haya una sentencia firme, todo el mundo debe ser presunto, aunque en algunos casos resulte bastante chusco.

Pero en el caso de funcionarios públicos frecuentemente no se tienen esas consideraciones elementales. En el caso de policías o guardias civiles, la falta de tacto resulta aún más patente por la propia función que desempeñan.

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Es corriente que se les cite con nombre y apellidos, grado y a veces destino; sólo falta el domicilio. Pueden encontrarse ejemplos en cantidad. El pasado día 14, en primera plana, tienen ustedes un buen ejemplo; en la página 24 pueden encontrar otro diferente. En ambos casos no se ha dictado sentencia, pero nombres, apellidos y grados son detallados cuidadosamente. Está claro que esto puede perjudicarles personalmente, en su imagen e incluso en su seguridad; también puede perjudicar su trabajo, que, se supone en principio, nos interesa a todos. Es tan evidente que no me explico cómo aún no les han demandado a ustedes, a título personal o institucionalmente. Aunque supongo que hacerles esta observación será una buena razón para no publicar esta carta. No me sorprendería. Lo que pretendo es que se haga un trato más justo.

Afortunadamente, hemos escapado de una sociedad donde cualquier agente de la autoridad podía comportarse como el matón de la película. Pero nos acercamos a otra donde cualquier representante del Estado, y por el mero hecho de serlo, tiende a ser tratado como el patito feo.

Y tampoco es eso: no es inteligente ni, desde luego, justo.-

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