Decepcionante inauguración del Mundial de Ajedrez

El Campeonato Mundial de Ajedrez que, a partir del lunes, disputarán en Sevilla los soviéticos Gari Kasparov (campeón) y Anatoli Karpov (aspirante) se inauguró ayer en el teatro Lope de Vega con un acto muy deslucido, cuya comparación con las ceremonias similares realizadas en Moscú, Londres y Leningrado durante los últimos años haría pensar en el ridículo. Tras lograr la puesta a punto del escenario a marchas forzadas, la organización fracasó en una tarea relativamente fácil. Karpov tendrá la iniciativa de las piezas blancas en la primera de las 24 partidas previstas en este encuentro, que te...

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El Campeonato Mundial de Ajedrez que, a partir del lunes, disputarán en Sevilla los soviéticos Gari Kasparov (campeón) y Anatoli Karpov (aspirante) se inauguró ayer en el teatro Lope de Vega con un acto muy deslucido, cuya comparación con las ceremonias similares realizadas en Moscú, Londres y Leningrado durante los últimos años haría pensar en el ridículo. Tras lograr la puesta a punto del escenario a marchas forzadas, la organización fracasó en una tarea relativamente fácil. Karpov tendrá la iniciativa de las piezas blancas en la primera de las 24 partidas previstas en este encuentro, que tendrá una duración máxima de dos meses y medio.

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Los periodistas especializados mostraron su decepción al término del acto, recordando la solemnidad que presidió la ceremonia de Moscú hace dos años o la exquisita belleza del escenario de Leningrado en el último encuentro que disputaron Kasparov y Karpov. La comparación resulta aún más desequilibrada si se refiere a la apertura de ese mismo enfrentamiento en Londres, donde la primera ministra Margaret Thatcher subió al estrado, tomó la iniciativa de la ceremonia, dialogó amigablemente con los ajedrecistas soviéticos y escuchó junto a ellos, en posición de firmes, los himnos nacionales, después de pronunciar un original discurso en el que comparó al ajedrez con la política.

Autoridades

Ayer, con una luz demasiado tenue, el vicepresidente del gobierno Alfonso Guerra y el presidente de la Junta de Andalucía José Rodriguez de la Borbolla, asistieron al acto desde un palco, dejando al alcalde de Sevilla, Manuel del Valle, acompañado por el filipino Florencio Campomanes, presidente de la Federación Internacional (FIDE) como autoridades principales en el escenario. El presentador de la ceremonia anunció erróneamente "el himno de Rusia" (por el de la Unión Soviética) lo que en este caso resulta especialmente desafortunado, ya que Kasparov es soviético pero no ruso, dado que nació en la república de Aserbaiyán.

El acto comenzó media hora más tarde de lo previsto con la presentación en el escenario de una larga fila de personajes, entre los que cabía distinguir, por sus trajes claros, a los jugadores. Tomaron la palabra, por este orden, Pedro Rodríguez de la Borbolla, concejal de deportes de Sevilla y presidente del comité organizador, Florencio Campomanes y Manuel del Valle.

Tras éstos, se produjo un visible momento de vacilación entre varios de los presentes, que no sabían si les correspondía quedarse o marcharse. Poco a poco fueron despejando el escenario, en el que quedaron, entre otros, los dos jugadores, el alcalde y Geurt Gijssen, el árbitro del encuentro. Este último ofreció a Kasparov un libro del que éste extrajo una cartulina con el nombre de Karpov. Eso daba al aspirante la posibilidad de ser el primero en escoger el abanico que determinaba el color de las piezas en la primera partida. Inmediatamente aparecieron dos jóvenes ataviadas con traje de faralaes, cada una de ellas portadora de un abanico que, al ser desplegado, mostraría el color blanco o el negro. El que escogió Karpov -que hubo de ser auxiliado para abrirlo, porque obviamente nunca había manejado este instrumento y no sabía ni por dónde cogerlo- le concedió el color blanco. Kasparov recogió el otro y, no quiso correr el riesgo de intentar abrirlo.

A continuación se interpretaron los himnos y, tras un descanso, el acto se completó con un recital de guitarra a cargo de Manolo Sanlúcar.

Fumata blanca

Por otra parte, ayer hubo por fin "fumata blanca" en la hora de comienzo de las partidas. En la víspera, Karpov había accedido, tras largas negociaciones y previa aceptación de Kasparov, a jugar a las cuatro y media "siempre y cuando Campomanes esté de acuerdo", dado que el reglamento de la FIDE fija las cinco de la tarde como hora de inicio.

El problema residía en que el filipino se encontraba en paradero desconocido desde las siete de la mañana del jueves. Ayer, cuando apareció por fin, dio su visto bueno al acuerdo de los jugadores y aseguró que había permanecido en su habitación durante todo el tiempo, ante la incredulidad de los organizadores, que vieron la llave en recepción junto a varios mensajes.

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