La frustrada historia de una emisora pirata

Tele Madrid es de momento sólo un proyecto. El interés popular por el aumento de la oferta televisiva ha convertido una cuestión, tradicionalmente polémica entre los distintos partidos políticos, en una voluntad unitaria. Tal es el interés de los grupos que forman parte de la nueva Asamblea, que parecen dispuestos a hacerlo sea como sea, incluso fuera de la ley.El pasado día 16 de septiembre estuvo a punto de producirse la primera emisión del nuevo canal. Ese día, sólo parecía haber una noticia en Madrid. En el estadio Santiago Bernabéu, a puerta cerrada, el Real y el Nápoles disputaban el par...

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Tele Madrid es de momento sólo un proyecto. El interés popular por el aumento de la oferta televisiva ha convertido una cuestión, tradicionalmente polémica entre los distintos partidos políticos, en una voluntad unitaria. Tal es el interés de los grupos que forman parte de la nueva Asamblea, que parecen dispuestos a hacerlo sea como sea, incluso fuera de la ley.El pasado día 16 de septiembre estuvo a punto de producirse la primera emisión del nuevo canal. Ese día, sólo parecía haber una noticia en Madrid. En el estadio Santiago Bernabéu, a puerta cerrada, el Real y el Nápoles disputaban el partido de ida correspondiente a su eliminatoria de Copa de Europa. El lunes 14 se conoció la decisión de Televisión Española de transmitir el partido, tras la intervención personal del vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra. Con esta medida se concedió, sin duda, una buena alegría a casi todos los madrileños. Pero no a todos. Con la llamada de Pilar Miró desde Pekín modificando su anterior postura de no dar el partido en directo, se truncó un proyecto espectacular: el nacimiento en plan pirata de Tele Madrid.

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Ese mismo lunes, el ente público Radio Televisión Madrid tenía ya todo dispuesto para retransmitir en directo el encuentro para la provincia. La idea, que contaba con el apoyo personal del presidente Leguina, consistía en emitir ilegalmente a través de unos equipos alquilados. El costo del montaje apenas superaba el millón de pesetas y era de esperar que la rentabilidad política de la aventura compensara el evidente riesgo de saltarse la ley desde Ia propia administración.

La emisión se hubiera realizado desde las cercanías de Torrespaña. De esta manera se simplificaba la recepción por parte de los madrileños, ya que no tendrían que haber variado ni siquiera la posición de sus antenas. Únicamente hubiera sido necesario sintonizar uno de los canales del televisor para acceder al estreno oficial de una particular emisora pirata de televisión.

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