Las epidemias del 'cole'

La convivencia escolar favorece la propagación del sarampión, la rubéola y otras infecciones

La rubéola, el sarampión y la tos ferina son algunas de las dolencias, junto a los típicos catarros y constipados, que encuentran en las aulas escolares el medio idóneo para su propagación. Las enfermedades infecciosas son, sin duda, la principal forma de enfermar del niño, pero muchas de esas infecciones pueden prevenirse con la vacunación, evitándose así muchas de sus complicaciones. Por otra parte, muchas de las infecciones que no pueden prevenirse por vacunación, como el eritema súbito, la hepatitis A o la varicela, son generalmente más benignas.

El elevado número de niños que en su...

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La rubéola, el sarampión y la tos ferina son algunas de las dolencias, junto a los típicos catarros y constipados, que encuentran en las aulas escolares el medio idóneo para su propagación. Las enfermedades infecciosas son, sin duda, la principal forma de enfermar del niño, pero muchas de esas infecciones pueden prevenirse con la vacunación, evitándose así muchas de sus complicaciones. Por otra parte, muchas de las infecciones que no pueden prevenirse por vacunación, como el eritema súbito, la hepatitis A o la varicela, son generalmente más benignas.

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El elevado número de niños que en su jornada escolar comparten las aulas de los colegios, unido al hecho de que muchas de esas infecciones se transmiten por las gotitas de saliva expulsadas al hablar o toser o por medio de las manos o alimentos infectados, favorece la aparición de pequeñas epidemias, que se circunscriben en ocasiones sólo a uno o varios colegios.El sarampión fue la enfermedad que registró un mayor aumento el año pasado de todas las dolencias consideradas de declaración obligatoria. Se trata de enfermedad contagiosa de aparición epidémica, generalmente en la infancia. Con frecuencia se infravalora la importancia de esta enfermedad, pero la frecuencia y gravedad de sus complicaciones obligan a un replanteamiento de esta actitud, según el doctor Sánchez Bayle, pediatra del hospital del Niño Jesús, en Madrid. Pueden parecer como complicaciones agudas del sarampión, la neumonía, la otitis media y diversas complicaciones neurológicas. Algunas de éstas llegan a tener un pronóstico fatal.

El mejor medio de evitar estas secuelas consiste en tomar las protecciones adecuadas frente a esta enfermedad en los años de mayor riesgo de contagio (preescolar y escolar temprano). La edad idónea en la que se consigue una respuesta eficaz y duradera de la vacunación son los 15 meses de edad. Los efectos secundarios de la vacuna son poco frecuentes, sobre todo si se relacionan con las secuelas que puede tener la enfermedad natural. La eficacia de la vacunación ha quedado demostrada en Finlandia (descenso del 93% en la incidencia), RDA (prácticamente erradicación total) y EE UU.

La rubéola, por su parte, es la enfermedad aguda más frecuente en la infancia y se presenta en epidemias cada cuatro o seis años. Su curso es generalmente benigno, pasando a veces inadvertido, y consiste en un exantema febril y tumefacción dolorosa de los ganglios del cuello y occipucio. El problema más importante que produce la rubéola es la infección en la mujer embarazada, por las secuelas que puede padecer el feto. En Suecia y EE UU, la estrategia a seguir frente a esta enfermedad es la vacunación de todos los niños mayores de 12 meses con el fin de interrumpir la transmisión, así como la vacunación de adolescentes y adultos jóvenes susceptibles de padecerla, especialmente mujeres.

Contagio

El resultado ha sido un descenso del 98% en la frecuencia anual de rubéola en relación con los años prevacunales. El virus vacunal tiene escaso riesgo de contagio, por lo que no hay inconveniente en vacunar a los hijos de las mujeres embarazadas. Pero, dado que en la vacuna se utilizan virus vivos, se aconseja no vacunar durante el embarazo. Según el doctor Ramo, del hospital del Niño Jesús, actualmente en España se siguen pautas parecidas a las de EE UU y se administra la vacuna a los 18 meses, asociada con la del sarampión y las paperas, revacunando a los 11 años únicamente a las niñas para conseguir unos índices más elevados de protección en su edad fértil.La tos ferina es una infección respiratoria aguda causada por una bacteria no invasiva que ejerce su actividad patógena al fijarse a las mucosas respiratorias, produciendo sustancias tóxicas que son causantes de los típicos paroxismos de esta enfermedad. La tos ferina es todavía una enfermedad de mal pronóstico que no tiene un tratamiento efectivo. Según diversos estudios, en los últimos años, debido a la propaganda negativa contra la vacuna, se han dado varias epidemias en distintas partes del mundo. Una vez desencadenada una epidemia, su control es bastante caro, además de difícil.

Paperas

Las paperas o parotiditis epidémica constituyen una enfermedad aguda contagiosa que se caracteriza por el aumento doloroso del tamaño de las glándulas salivares, especialmente las parótidas, y que afecta preferentemente a niños en edad escolar. En el 15% de los casos puede haber meningitis como complicación, si bien la evolución es generalmente benigna. En el 20% de los casos aparece inflamación de los testículos (de éstos, sólo en el 30% es bilateral, pudiendo producir ocasionalmente atrofia testicular, con la consiguiente esterilidad). La vacuna se puede administrar pasados los 12 primeros meses de vida (momento en que desaparecen los anticuerpos maternos protectores), lo que justifica su utilización combinada con las vacunas del sarampión y la rubéola. Su eficacia se estima de un 75% a un 90%, y carece de efectos, secundarios reseñables.La difteria es una enfermedad infecciosa aguda causada por un bacilo con una capacidad invasiva limitada; las complicaciones pueden ser graves por posible afectación del corazón, riñones, higado y nervios. En España en 1984 se declaró un solo caso de difteria, y en los últimos años, ninguno. Aunque el tratamiento de esta enfermedad es muy eficaz hoy día, el mejor manejo de la infección consiste en la vacunación, que en los últimos años ha logrado disminuir grandemente su incidencia. Las estadísticas en EE UU confirman que sólo las dos terceras partes de los niños y menos del 40% de los adultos están adecuadamente vacunados. En España estas cifras se suponen menores.

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